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Casi 200 personas, entre jóvenes y adultos, pertenecientes al Movimiento Comunión y Liberación presente en la Diócesis, han participado desde el 24 al 30 de junio en  un campamento en Peguerinos (Ávila) para vivir y reflexionar juntos en torno al lema ‘¿Cuánto estás dispuesto a arriesgar?’.

Sacerdotes, consagrados y laicos de diferentes edades y cometidos, pertenecientes a las parroquias San Esteban y San Juan Bautista (Fuenlabrada), Nuestra Señora de la Asunción (San Martín de la Vega) y de Villanueva de la Cañada han participado unidos en estos días de acampada.

Una de las participantes, Julia Sánchez, catequista de juveniles en la Parroquia San Esteban Protomártir, ha compartido que “todos estábamos conmovidos por un modo de amistad que nos conquista y reconocemos siempre nueva, que no generamos nosotros, sino que nos es regalada por Otro”

“Han compartido juegos, charlas, misa diaria, marchas, piscina, cantos, confesiones, testimonios,… todo centrado en entender la provocación del lema” explica, añadiendo “todos deseamos una vida grande, deseamos ser importantes para los demás, deseamos ser amados y, sobre todo, deseamos ser preferidos".  

En el campamento los participantes fijaron su mirada en San Roberto de Molesmes que quiso entregar toda su vida a la “más alta hidalguía en este mundo. La hidalguía de ser caballero de Dios”, según recuerda esta joven fuenlabreña y también en Aquiles (protagonista de la Ilíada) que desea alcanzar la gloria y a través del que aprendieron a reconocer que “uno solo arriesga ante una propuesta, ante alguien que queriendo nuestro bien nos ofrece algo que merece la pena mirar a la cara”.

“Hemos aprendido que la grandeza y la gloria no dependen de la fuerza de cada uno o de sus habilidades, sino de la posibilidad de dejarnos llevar por el Único que conoce el camino, por el Único que conoce a la perfección nuestros deseos y sabe lo que más necesitamos: Jesús, el único que ha prometido la vida eterna a quienes estamos dispuestos a seguirle” subraya Julia.

“Estamos agradecidos y conmovidos por todo lo que ha sucedido y se nos ha regalado, porque para el cristiano no existe la banalidad en la vida ningún día; en esta compañía se camina confiado hacia el destino” concluye.