Sor JuanaEl miércoles 18 de marzo, el Papa Francisco reconoció las virtudes heroicas de Sor Juana de la Cruz (Juana Vázquez Gutiérrez), conocida popularmente en la Diócesis de Getafe como Santa Juana de Cubas de la Sagra. Este reconocimiento como Sierva de Dios supone un primer paso del proceso de canonización de esta religiosa.

 

Su fama de santidad queda acreditada, entre otras cosa, por el hecho de que el monasterio donde está enterrada, en Cubas de la Sagra, es desde hace tiempo conocido como el de Santa María de la Cruz o Convento de Santa Juana.

Cada año por estas fechas -este año será el 11 de abril-, se realiza una peregrinación desde Numancia de la Sagra hasta el Monasterio de Cubas, que recorre el camino que hizo la joven Juana huyendo de un matrimonio concertado y hasta su destino como religiosa en este convento, abrazando su vocación como Sor Juana de la Cruz.

MARCHA DE SANTA JUANA

FECHA: Primer Sábado de Pascua (marzo o abril)
HORA DE SALIDA: 9:00h
RUTA: Punto de inicio: Ermita de Santa Juana, Numancia de la Sagra. Punto de llegada: Convento de Santa Juana, Cubas de la Sagra.
HORA DE LLEGADA: 13:00h. A continuación, celebración de la Eucaristía. Puntos de descanso: Illescas y Casarrubuelos.
DISTANCIA: 15 km.

Breve semblanza de la vida de Sor Juana de la Cruz
Esta insigne mujer, aclamada por el pueblo como santa y doctora, nació el 3 de mayo del año 1481, a unos 14 kilómetros de Cubas, en Azaña (hoy Numancia de la Sagra), en la comarca de la Sagra de Toledo. Cuando cumplió los 15 años, su familia le preparó un matrimonio con un caballero rico; y entonces, Juana, vistiéndose con el traje de un primo, huyó de la casa paterna para realizar su deseo de consagrarse a Dios en el Beaterio de Santa María de la Cruz, que ella convertirá en Monasterio. Sus familiares fueron a buscarla, pero, viendo su determinación, su padre le dio el consentimiento. Allí profesó al año siguiente con el nombre de Juana de la Cruz.

Hacia los 26 años comenzó a mostrarse en ella el carisma de la predicación. Durante 13 años predicará con permiso de los superiores, “para fortalecer la fe de los sencillos” y llamar a todos a la santidad, acudiendo a escucharla los grandes personajes de la época: el Gran Capitán, el Cardenal Cisneros, don Juan de Austria y el propio emperador Carlos V. Su magisterio caló hondo durante siglos en el alma del pueblo y en la más fina espiritualidad de los conventos de todas las familias franciscanas. Es de destacar su influencia en las más celebres clarisas del siglo XVII, como Jerónima de la Asunción, Luisa de Carrión, Juana de San Antonio y la concepcionista Sor María de Jesús de Ágreda. Parte de su predicación está recogida en un manuscrito titulado ‘El Conorte’, que contiene 72 sermones suyos.

Obtuvo del Cardenal Cisneros para el Convento de Cubas de la Sagra un extraño privilegio, esto es, el del “beneficio” de la de la parroquia aneja al convento (que también fue elevado a monasterio), de modo que la potestad sobre dicha parroquia pertenecía a la abadesa, y el que hasta entonces había sido párroco en realidad quedaba como capellán. Dicho privilegio, sin duda extraño en aquel siglo (en la Edad Media no era tan extraño) debió causar desasosiego en algunos eclesiásticos y, de hecho, poco después de la muerte del Cardenal Cisneros, algunos de ellos intentaron privar a las monjas de Santa María de la Cruz del beneficio de la parroquia, argumentando que “las mujeres, aunque fuesen religiosas, no eran suficientes para tener cura de almas”, a lo que ella respondió pidiendo una bula papal que le confirmara “persona suficiente para estar en el servicio del curato por el Monasterio”.

A partir de esta petición, comenzó una serie de intrigas en el monasterio, sin duda azuzadas por clérigos de fuera con la colaboración de algunas monjas de la comunidad, con el fin de que los superiores franciscanos destituyesen a sor Juana.

Se consiguió dicha deposición, que culminó con el nombramiento como abadesa de la subpriora, la que más había intrigado contra Sor Juana, como suele ocurrir en estos casos. Pero Dios, que hace justicia a los suyos, consiguió que pronto fuera Sor Juana de la Cruz restituida a su puesto de superiora (y párroco), que llevó hasta su muerte.

Murió el día 3 de mayo de 1534. Enseguida fue proclamada santa por el pueblo, llegando a recibir culto público. Tras el Concilio de Trento, al no poder ser reconocida su santidad por “culto inmemorial” por no cumplirse los cien años que marcaban los decretos de Urbano VIII, hubo de seguir el camino normal. Fue declarada Venerable.

Los escritos fueron la causa de la paralización del proceso, reemprendido en dos ocasiones, y una vez más en la actualidad. El Monasterio de Santa María de la Cruz, en Cubas de la Sagra (provincia de Madrid, Diócesis de Getafe), es reconocido popularmente como el Convento de Santa Juana, y es centro de peregrinación para todas las gentes de los pueblos de alrededor, de la comarca de La Sagra e incluso de lugares más lejanos.

Contiene hoy la tumba con los restos de Sor Juana, que fueron quemados y dispersados durante la persecución religiosa española de los años 30, como si pudieran hacer algún daño al bien del progreso laico, pero que posteriormente se encontraron en los 80 y fueron colocados en la hermosa urna que hoy se venera en el templo de las religiosas.