Esta Semana Santa va a ser muy especial, lo hemos repetido muchas veces durante estos días. No iremos a las parroquias a celebrar los misterios de la fe, no habrá manifestaciones públicas de esta fe. Todo será distinto. Cada uno en casa buscará el modo de hacer que esta semana sea la semana más importante del año cristiano.

Sin embargo, lo esencial no va a cambiar. En nuestros templos, los sacerdotes seguirán celebrando los oficios propios de estos días. Lo harán solos, con dolor y nostalgia, pero lo harán con fervor y con toda la solemnidad posible. En cada rincón de nuestra geografía se hará memoria de la Pascua del Señor, de su pasión, muerte y resurrección. San Pablo en la carta a los Filipenses nos llama a tener los mismos sentimientos de Cristo (cfr. 2,5). Es una buena actitud para entrar en la celebración del Triduo pascual. Si Cristo es el centro y el fundamento de nuestra fe, sólo en Él y desde Él podemos vivir la vida cristiana y los misterios que celebramos en estos días.

Desde la tarde del Jueves Santo hasta la Vigilia Pascua, seguimos los pasos de Cristo. Es un momento para la identificación. Vivir con Cristo y vivir de Cristo. No se trata de especular, de comprender el porqué, sino de unirnos, de identificarnos. Es momento de intimidad con el Señor.

La celebración de la Cena del Señor nos hace presentes los tres grandes regalos que Jesús nos hizo en ese momento: la Eucaristía, el sacerdocio ministerial y el amor fraterno. Con un trozo de pan y un poco de vino, el Señor se queda en nuestra vida en su Cuerpo y en su Sangre, y lo hace para siempre en el servicio sacerdotal, y nos enseña que ese amor que se entrega hemos de vivirlo también nosotros en la caridad.

Viernes Santo, con Jesús por la Vía Crucis. Escuchar, meditar, contemplar la pasión y muerte del Señor, hacerlo también con las cruces de hoy –la oración universal–, adorar la cruz y su misterio para aceptarlo en nuestra vida.

Noche pascual. Alegría que se desborda porque Cristo ha vencido a la muerte y a su causa: el pecado. Cantar con la Iglesia y con toda la creación que el Primogénito está vivo y va delante de nosotros. Recibir con gozo que el amor es más fuerte que la muerte, que no hay ningún mal que sea definitivo, abrir el alma a una vida que es eterna en Dios. Os invito a vivir este momento como momento de fe. Celebrar esta Semana Santa en casa, pero en cristiano. Uníos a las celebraciones que, gracias a los modernos medios de comunicación, serán muchas. Podéis acceder a la conexión de vuestra parroquia, de la Diócesis, a las celebraciones del Papa... Y, sobre todo, haced de vuestras casas una iglesia, rezad juntos, vestíos de fiesta, recordad a vuestros hijos, ahora que tenéis tiempo, lo que significa y el valor que tiene la fe. Ésta es la mejor catequesis. Muchos de nosotros hemos conocido al Señor y los misterios de la salvación de boca de nuestros padres y de nuestros abuelos. Ahora es la oportunidad de hacerlo.

+ Ginés, Obispo de Getafe