04/05/2025. La elección del Papa León XIV, anteriormente conocido como el cardenal Robert Francis Prevost, ha llenado mi corazón de gratitud y esperanza. Su trayectoria como misionero agustino en Perú y su servicio en la Curia Romana reflejan una profunda dedicación al Evangelio y a la Iglesia universal. Su elección en la cuarta votación del cónclave, tras un proceso breve pero intenso, indica un consenso significativo entre los cardenales.
El Papa León XIV ha mostrado desde sus primeras palabras una clara voluntad de acudir a la Trinidad Santa, al principio y fundamento de la vida de la Iglesia, al Evangelio vivido, anunciado y celebrado con fidelidad. Ha señalado con fuerza la urgencia de ir a lo esencial: a Jesucristo, tal como nos lo han transmitido los Evangelios, la doctrina y la tradición viva de la Iglesia que hemos heredado de nuestros padres en la fe.
La figura del Papa León XIV ha emergido con fuerza en el corazón de la Iglesia como un verdadero pastor en tiempos de complejidad. Desde el inicio de su pontificado, ha sabido conjugar dos dimensiones fundamentales del ministerio pretino: la fidelidad a la tradición y la capacidad de leer los signos de los tiempos con la sabiduría del Evangelio. En un mundo marcado por la fragmentación, la polarización y la incertidumbre, León XIV se ha presentado como un padre sereno, con una palabra clara, una presencia humilde y una fe profundamente enraizada en Cristo.
Este pontificado se perfila como una invitación firme a redescubrir la belleza de la liturgia como fuente y culmen de la vida eclesial. La liturgia, vivida con verdad y reverencia, se convierte en cauce de renovación espiritual, en escuela de fe y en fuente de comunión. Desde ella, el Papa León XIV, desea una nueva primavera de santidad, fidelidad y misión para toda la Iglesia. La Iglesia existe para evangelizar como nos enseñó san Pablo VI, con la vocación de discípulos misioneros como nos exhortó el Papa Francisco, de feliz memoria. Y siempre, la oración y la Eucaristía, estando cerca de la gente.
Desde su primera aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro, el Papa León XIV ha mostrado una actitud de humildad y cercanía. Su saludo en español a la diócesis de Chiclayo, donde sirvió como obispo, y su mensaje de paz y unidad han resonado profundamente en los fieles. Además, su elección como el primer Papa estadounidense y agustino refleja la universalidad y diversidad de nuestra Iglesia.
Confío plenamente en que el papa León XIV cumplirá con su misión de confirmar a los hermanos en la fe. Su experiencia pastoral y su apertura al diálogo son señales claras de su dedicación a fortalecer la fe del pueblo de Dios.
Confiamos en que, con la gracia de Dios y el apoyo de nuestras oraciones, su pontificado será un tiempo de renovación y crecimiento espiritual para toda la Iglesia. Un tiempo de unidad y de paz. Que María, Madre de la Iglesia, Nuestra Señora de los Ángeles, interceda por el Papa León XIV y por todos nosotros, para que, unidos en la fe y el amor, caminemos juntos hacia el Reino de Dios.José María Avendaño Perea
Obispo Auxiliar de Getafe