22/07/2025. En el marco del Jubileo de los Jóvenes en Roma, miles de peregrinos de todo el mundo se encaminan hacia la Ciudad Eterna para cruzar la Puerta Santa en busca de perdón, renovación y sentido. Entre ellos, brillan con luz propia dos hermanos de Griñón: Alberto (24 años) y Francisco Javier (20 años) Naranjo Real, miembros activos de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción, que por primera vez participan en una peregrinación juntos.
Hijos de Juan Alberto —arquitecto al servicio de la diócesis— y de Emi, estos jóvenes han emprendido esta peregrinación con un propósito compartido, aunque desde caminos personales muy distintos: Alberto vive con una discapacidad motriz, pero su espíritu es inquebrantable y su fe aún más; Francisco Javier es el hermano, pequeño pero valiente, que le acompaña en este largo viaje para ayudarle y apoyarle.
Su testimonio, profundamente humano y cristiano, habla de esfuerzo físico, entrega fraterna y esperanza viva. Una historia que recuerda que el verdadero Jubileo comienza dentro del alma, allí donde Dios actúa con más fuerza.
“La discapacidad de Alberto no se entiende sin la luz de la fe”
Para ambos hermanos, esta experiencia es nueva. “Siempre habíamos ido por separado”, cuentan. Aunque han participado en otras peregrinaciones diocesanas, nunca lo habían hecho juntos. “Durante mucho tiempo no ha habido en la Parroquia de Griñón un grupo de jóvenes que nos aglutinara, y lo fuimos buscando en diferentes grupos de la diócesis”, explican. Ahora, gracias a una nueva etapa parroquial, se han volcado en la pastoral juvenil y afrontan este Jubileo con ilusión renovada.
Alberto, que vive su día a día con una discapacidad motriz, lleva ya a sus espaldas muchas peregrinaciones: “He estado en varias JMF (Valencia, Milán y Dublín), varias veces en Roma, en Fátima, en Lourdes, en la JMJ de Lisboa, Guadalupe, Javier... Incluso fui tras las huellas de Juan Pablo II a Polonia con mi colegio”
Para Alberto no hay barreras imposibles: “También he recorrido el Camino de Santiago, Picos de Europa, Ars o Paray-Le- Monial, conduciendo yo junto con otros jóvenes en el grupo “Matata”, Jóvenes en el Costado de Jesús”.
La fe, aseguran, ha sido un pilar que ha sustentado toda su relación como hermanos. “La discapacidad de Alberto no se entendería sin la luz de la fe. Hemos aprendido que lo que Dios permite siempre es para nuestro bien, aunque no lo entendamos. Debemos abrazar nuestra Cruz y seguir a Jesús como Él nos pide (Mateo 16,24)”.
“Hace años hubiéramos dudado, y lo hicimos ante alguna peregrinación, pero en este caso no hemos tenido ninguna duda”, añade.
Su hermano Francisco Javier es consciente del reto que implica acompañar a su hermano. “Voy como hermano, no me hace falta un cargo para saber que es mi responsabilidad ayudarle y apoyarle”, afirma con humildad. “Considero que no estoy preparado. En ocasiones soy bastante egoísta y me cuesta ver las necesidades de los demás. A pesar de ello, confío en que, teniendo el propósito de ayudarle, el Señor me capacitará para estar pendiente en todo momento”.
Frente a los desafíos logísticos o físicos, estos jóvenes ya no dudan. “Hace años sí hubiésemos dudado. En este caso, no hemos tenido ninguna duda. La Providencia nos cuida. El Señor no nos suelta la mano, y nuestra Madre la Virgen nos acompaña siempre. A ellos nos acogemos”.
“Estamos abiertos a lo que el Señor nos quiera regalar, hemos aprendido que la mejor manera de vivir la fe es dejarse llevar por la voluntad de Dios, y queremos seguir haciéndolo”, remarcan.
También recuerdan a quienes han sido apoyo constante en su camino: “Durante los años hemos tenido "ángeles de la guarda" que nos han dado siempre el apoyo necesario para superar las dificultades. Ellos saben quiénes son”.
Fe que se apoya, se transmite y se celebra
El Jubileo no es para ellos una meta turística, sino una oportunidad espiritual profunda. “Nos gustaría seguir creciendo en nuestra relación con Dios y con la Virgen, y fortalecer el grupo parroquial que tanto nos ha costado conseguir y tanto bien nos ha hecho”.
La preparación para este viaje también ha sido comunitaria y espiritual. “Hemos tenido distintas reuniones y encuentros con el párroco y los jóvenes de la parroquia, y juntos hemos asistido a las OCEO con el obispo. Ser catequistas en la parroquia nos ha ayudado a preparar nuestro corazón de cara al Jubileo”, explican. Alberto acompaña a los jóvenes de confirmación; Francisco Javier, a los más pequeños en el Oratorio.
En un mundo y una sociedad que muchas veces pone barreras físicas o culturales, su testimonio valiente puede hablar a otros jóvenes: “Que digan al veros, ¡mirad cómo se aman!, como decían de los primeros cristianos”, citan con intención. “Pese a las dificultades y nuestras diferencias, como les pasaba a los apóstoles, lo más importante es seguir el Mandato de Jesús: ‘Amaos unos a otros como Yo os he amado’”.
“Nos gustaría que los jóvenes al vernos caigan en la cuenta de que a pesar de las dificultades que a cada uno nos toca vivir, nos seguimos queriendo entre nosotros y a Jesús, confiando en que todo tiene un motivo”, subrayan.
Uno de los momentos más esperados será cruzar juntos la Puerta Santa. “Como hermanos va a ser un momento muy bonito para recordar, y estamos seguros de que estrechará nuestro lazo. Como parroquia, esperamos que sea un momento de confirmación, de comunión, y de nueva vida”.
Su mensaje a otros jóvenes es claro y esperanzador: “Jesús tiene algo preparado para todos, todos, todos. No deja tirado a nadie. Por singulares que sean nuestras circunstancias, Dios las conoce y nos ama incondicionalmente”.
Un testimonio que nace en familia
Sus padres, Juan Alberto y Emi, viven esta experiencia con una mezcla de emoción, fe y confianza. “Es una alegría y un descanso. Ver que están anclados en la fe y en la vida parroquial y diocesana nos encanta. Lo más importante que nosotros hemos querido transmitir a nuestros hijos es el amor a Cristo y a la Iglesia, y ver que es así nos da mucha paz”, comentan.
También destacan la implicación de su hija mayor, Natalia, que junto a su esposo y su hijo es “un testimonio y apoyo muy importante para Alberto y Francisco Javier”.
Ante la posibilidad de que algo ocurra, no se dejan vencer por el miedo: “Siempre está la inquietud. Pero sabemos que, pase lo que pase, siempre hay una solución. Dios cuida de cada uno de nosotros en nuestras necesidades. Nos pesa más saber que están en las cosas de su Padre que los miedos y la separación”.
Concluyen con una imagen evangélica: “Nos viene a la mente el momento que debieron vivir María y José cuando Jesús se quedó en el templo y ellos no sabían dónde estaba. Pesa mucho más en nosotros saber que están en las cosas de ‘su Padre’ que cualquier temor”.
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