07/08/2025. Cada mes de agosto, el pueblo de Leganés se viste de fiesta para honrar a su patrona, Nuestra Señora de Butarque, en una celebración que combina historia, fe y tradición. Pero más allá del bullicio de las procesiones y la alegría popular, hay una devoción silenciosa y profunda que ha arraigado en el corazón de los leganenses desde hace siglos.
Orígenes de la advocación
Según la tradición la advocación encuentra su origen el 14 de agosto de 1117, víspera de la Asunción. Un molinero, conocido como “El cristiano”, halló entre zarzales junto al arroyo de Butarque una imagen de la Virgen.
La visión fue clara y conmovedora: María le dijo: "Quiero un templo y un altar".
El molinero la llevó a la iglesia para que los vecinos la veneraran. Al día siguiente la imagen desapareció misteriosamente de la iglesia parroquial, para reaparecer a la puerta del molino. Entonces la Virgen repitió: "Un templo y un altar para Mí, hijo".
Emocionado y asombrado, el molinero relató el hecho a las autoridades locales, quienes organizaron la construcción de una ermita en el lugar. Al mismo tiempo se produjo otro milagro: el hijo del molinero cayó en un pozo cercano y resultó indemne tras la intervención de la Virgen.
Este doble acto —la aparición y el milagro del niño— selló el nacimiento de la devoción pública a María en Butarque.
La construcción de la ermita
Aunque no se descarta la existencia de una capilla anterior, la primera ermita documentada corresponde al año 1536. El templo, de una sola nave y construido en ladrillo toledano, posee un porche columnado y una cabecera elevada, a la que se accede mediante una pequeña escalera. Con el paso del tiempo, la ermita ha sido testigo de la fe y la generosidad del pueblo de Leganés, que la ha conservado, restaurado y embellecido a lo largo de los siglos.
A comienzos del siglo XX, con la construcción del cementerio próximo, se edificó junto a la ermita una capilla-panteón financiada por la familia de los Duques de Tamames, propietarios de extensas tierras en el sur de Madrid. Esta capilla contiene elegantes tumbas de mármol de Carrara y varios escudos nobiliarios, constituyendo un testimonio de la vinculación entre la aristocracia y la devoción popular.
Destrucción, renacimiento y belleza restaurada
La ermita sufrió un grave revés el 30 de diciembre de 1969, cuando un incendio destruyó casi por completo el edificio y dañó la imagen medieval de la Virgen. Sólo los muros originales pudieron salvarse. Años más tarde, y gracias al empeño del pueblo y las instituciones, se acometió una profunda restauración.
En 2007, bajo la dirección del arquitecto José Félix Vicente, se rehabilitaron la cúpula, los muros y los suelos, combinando mármol y granito. El templo recuperó también elementos arquitectónicos originales que habían quedado ocultos. Uno de los hitos más destacados de esta restauración fue la instalación de un nuevo retablo de bronce de 8 metros de alto por 5 de ancho, obra del escultor Luis Arencibia. Este retablo —donado por el Ayuntamiento de Leganés— representa tanto el mundo terrenal como el celestial, reflejando en su simbología la profunda unión entre el pueblo de Leganés y su patrona.
Continúa informado en:
• Instagram: @diocesisdegetafe
• TikTok: @diocesis.de.getafe
• Twitter: @DiocesisGetafe
• Facebook: www.facebook.com/diocesisdegetafe
• YouTube: www.youtube.com/@getafediocesis