01/10/2025. Este domingo 5 de octubre, el obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, presidirá una Eucaristía en la parroquia San Rafael (Getafe) a las 18:00 horas con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, cuyo lema este año es: “Migrantes, misioneros de esperanza”. Estará acompañado por la Delegación diocesana de Migraciones, encabezada por su delegada, Ana Judit López, y por agentes de pastoral, voluntarios y fieles comprometidos con esta realidad.
La celebración forma parte del Jubileo de los Migrantes que se celebra en Roma, y busca visibilizar la dignidad, resiliencia y fe de quienes llegan en busca de una vida mejor. “En torno a 200.000 personas extranjeras viven en nuestra diócesis”, recuerda Mons. Ginés, “y esta realidad marca el presente y el futuro de nuestra Iglesia”.
Los datos son elocuentes: según el informe Mirar al Sur de Madrid 2025, más del 14% de la población en los municipios del sur de la Comunidad de Madrid —zona que cubre la diócesis de Getafe— es de origen extranjero.
Y en los años 2022-2024, la Delegación de Migraciones ha acompañado a más de 500 personas de 38 nacionalidades, siendo la mayoría mujeres, con necesidades que van desde la regularización legal, hasta el acceso a vivienda, sanidad, educación o empleo.
“Portadores de una buena noticia”
En su mensaje para esta jornada, el Papa León XIV ha afirmado que los migrantes “se erigen como mensajeros de esperanza en un mundo herido por la guerra y la injusticia”. Y añade: “Su valentía y tenacidad son un testimonio heroico de fe que nos interpela como Iglesia”.
Lejos de verlos como una carga, el Santo Padre invita a las comunidades cristianas a acoger el don espiritual que representan: “Pueden revitalizar comunidades rígidas y cansadas... Su presencia debe ser reconocida como una bendición divina”.
Este mismo espíritu impregna el trabajo de la Delegación de Migraciones de Getafe, que articula su misión en cuatro ejes evangélicos: acoger, proteger, promover e integrar. “Los migrantes trabajan, aportan, conviven. Su juventud, su fe, su energía, son un bien que revitaliza nuestra Iglesia y nuestra sociedad”, subraya el obispo.
La misa del 5 de octubre será un gesto público y profético: una Iglesia local que se deja evangelizar por quienes llegan, y que reconoce que la misión no solo va hacia fuera, sino que también llega desde fuera. Como dicen los obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones: “Reconocer que los migrantes son también misioneros nos ayuda a descubrirlos como portadores de una buena noticia”.
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