09/12/2025. – La solemnidad de la Inmaculada congregó este lunes a cientos de fieles en la parroquia de la Inmaculada Concepción de Alcorcón, donde el obispo diocesano, Ginés García Beltrán, presidió la Eucaristía y la tradicional procesión en honor a la Virgen. En su homilía, subrayó la dimensión universal de esta solemnidad.
El obispo comenzó su intervención recordando el carácter profundamente mariano del pueblo cristiano: «La Virgen mueve en nosotros ese sentimiento filial que la mira como una madre». Aludió a lo acontecido esa mañana en Roma, cuando «los bomberos colocaban aquella corona de flores en los brazos del monumento a la Inmaculada en la Plaza de España”, gesto que, según dijo, expresa «ese movimiento popular del corazón de los hijos que quieren venerar a María como la Señora, como la Madre, como la Reina».
Ginés García Beltrán explicó que la historia de la salvación comienza marcada por el engaño: «Todo comenzó por una mentira, la que el demonio pone desde el principio: ‘seréis dioses’». Una tentación, añadió, que sigue teniendo eco en nuestros días. «Por querer hacer tan grande nuestro yo, sacamos de nuestra vida a Dios. Y al sacar a Dios, sacamos también a los demás».
En este contexto, habló del «misterio de la libertad», un don que puede desfigurarse si se usa para el mal: «Cuando la libertad se utiliza para el mal, se diluye y lo que era libertad comienza a ser esclavitud».
María, la mujer libre que dijo sí
Centrando su predicación en el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado hace apenas dos siglos, pero «presente en el corazón de los creyentes desde siempre», el obispo recordó que María es «el icono en el que mirarnos». Subrayó que la Virgen fue «preservada del pecado en orden a los méritos de Cristo», llamada a ser «el arca de la nueva alianza, un arca de pureza y de corazón limpio».
También destacó la sorpresa humilde de María ante el anuncio del ángel: «¿Cómo va a ser esto? ¿Dios va a romper la lógica humana?», evocó. Sin embargo, señaló la actitud esencial de la Madre de Dios: «Aquí está la esclava del Señor, que se haga en mí según lo que tú dices».
A partir de ese ejemplo, advirtió a los fieles: «Humillarnos, ser humildes, pero no dejarnos engañar por el mal. Venga de donde venga». Y añadió que María es «la imagen de la mujer libre», capaz de decir sí porque estaba abierta a la acción de Dios.
Ese «sí», recordó, transformó la historia: «Una mujer sencilla fue capaz de decir que sí a Dios. Y el sí de María cambió la historia».
Evangelización: la misión esencial de la Iglesia
García Beltrán quiso enlazar la festividad con los 50 años de la exhortación Evangelii Nuntiandi, de san Pablo VI. «La vocación de la Iglesia es evangelizar. La Iglesia existe para evangelizar», afirmó con rotundidad. «No existe para hacer política, ni por cuestiones sociales, ni para levantar grandes edificios».
Denunció una evangelización superficial: «No podemos evangelizar como si pusiéramos un barniz», y explicó que toda misión comienza por una llamada interior: «Jesucristo tiene que llegar a lo más profundo del corazón. Evangelizar es llamar a la conversión».
También animó a llevar el Evangelio a todos los ámbitos de la sociedad y no quedarse en los límites del templo: «No nos conformemos con ser cristianos en la parroquia. Seamos cristianos en el mundo».