Queridos Cofrades, queridos hermanos:
“No temas, que te he redimido” (Is 43,1)
Con estas palabras de consolación del profeta Isaías queremos dirigirnos a cada uno de vosotros y a vuestras Hermandades y Cofradías al comenzar el tiempo santo de la Cuaresma; queremos llamaros a renovar la fe, la esperanza y la caridad cuando caminamos al encuentro del Señor en su Pascua.

Pasamos por un tiempo de desierto árido y desconcertante, provocado por la ya larga crisis de la pandemia de la COVID-19, un desierto que está siendo una verdadera prueba humana y espiritual. Hemos de reconocer que en muchas ocasiones flaquea la esperanza y nos sentimos pobres y sin horizonte. Si el desierto es el lugar de la prueba, es también, sobre todo, el lugar de la presencia de Dios, el lugar del encuentro sin ataduras, en la pobreza de lo que somos, donde se nos revela la grandeza de Dios y el cumplimiento de sus promesas.

La Cuaresma que ahora comenzamos es un camino de conversión que nos hará fuertes para llegar al encuentro con Cristo. En este tiempo se nos invita a mirar a la meta. El caminante que se queda solo en lo que ofrece el camino pierde el horizonte del destino al que se dirige. Caminamos al encuentro con el Señor en la Pascua. Esta Cuaresma tiene que ser una bonita parábola de la vida del hombre: las dificultades del camino, los peligros con los que hemos de luchar, incluso las derrotas, no pueden robarnos la contemplación de la visión a la que estamos llamados a gozar en Cristo muerto y resucitado.

“La esperanza no defrauda”, nos dice S. Pablo, y la razón es “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom, 5,5). No hay nada ni nadie que nos pueda apartar del amor de Dios, el amor que se ha manifestado en Cristo Jesús (cfr. Rom 8,39), el amor del que hacemos memoria, de modo especial, en estos días de la Semana Santa.

Este año la Semana Santa será especial, pero podremos celebrar los misterios de nuestra fe en las parroquias y comunidades, lo que no fue posible el año pasado. Por razones obvias hemos suspendido las manifestaciones de fe popular en los espacios exteriores, pero podremos hacerlo en el interior de los templos. Os invitamos a organizar estos actos con sencillez y devoción, con la misma ilusión y entrega que lo hacéis cuando salís a la calle, con espíritu evangelizador. Esta será una Semana Santa más interior que nos ayudará a vivir en profundidad los misterios de nuestra fe, a centrarnos en las celebraciones litúrgicas de nuestras parroquias, a unirnos a Cristo que cumple la voluntad del Padre al entregarse por nosotros.

El Papa Francisco, en su mensaje para la Cuaresma de este año, nos invita a renovar la fe, la esperanza y la caridad sirviéndonos de los medios que la Iglesia siempre nos ha ofrecido para la conversión cuaresmal: la oración, el ayuno y la limosna. Dice el Santo Padre que “Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Esta llamada a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre”. Os invitamos a leer este mensaje, tanto personal como comunitariamente, esperando que sirva como guía para vuestras Hermandades y Cofradías.

La Vicaría para el Apostolado Seglar y las delegaciones diocesanas de Liturgia y Hermandades y Cofradías os ofrecerán unas orientaciones pastorales y litúrgicas para la celebración de la Cuaresma y Semana Santa de este año.

Que María, la discípula del Señor, la Madre al pie de la cruz, nos acompañe en este camino y sostenga nuestra vida en el seguimiento de su Hijo Jesucristo, Nuestro Señor.

Con nuestro afecto y bendición.




+ Ginés, Obispo de Getafe