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CARTA DE SR. OBISPO CON MOTIVO DEL DÍA DEL SEMINARIO

El Sacerdote, testigo de la misericordia de Dios

Queridos hermanos y amigos:

La celebración del Día del Seminario, unida a la Solemnidad de S. José, nos invita a poner el Seminario Diocesano de Getafe en el centro de nuestro corazón.

El Día del Seminario que, por razones pastorales, celebraremos el domingo siguiente a la fiesta de S. José, nos ofrece una gran oportunidad para hacer realidad efectiva el afecto y solicitud hacia él de toda la Comunidad Diocesana, así como para conocer mejor sus ilusiones y preocupaciones, para encomendar al Señor a todos los que en él se preparan para el sacerdocio ministerial y para ofrecerle generosamente la colaboración económica, siempre necesaria, que le permita procurar y sostener los medios educativos que hoy son esenciales para la formación de los futuros sacerdotes.

En este momento contamos con 55 seminaristas residiendo en nuestro Seminario Mayor del Cerro de los Ángeles, a los que hay que añadir un grupo, que oscila entre los 10 y 15 jóvenes, que en el curso que llamamos Introductoria, o Propedéutico, residiendo en sus propias casas, hacen su discernimiento vocacional en encuentros semanales de oración, formación y convivencia.

Junto al Seminario Mayor, es para nosotros una gran esperanza el Colegio-Seminario de Rozas de Puerto Real en el que cursan sus estudios de ESO y Bachillerato 160 muchachos, con una muy cuidada formación espiritual, humana y académica, y en el que un número importante de ellos se plantean su vocación sacerdotal.

Esta mirada a nuestro Seminario ha de despertar en toda la Diócesis una gran responsabilidad en lo que se refiere al cultivo de las vocaciones sacerdotales en las familias, en las comunidades cristianas, en los centros educativos y en todos nuestros trabajos de pastoral de juventud.

El fomento de las vocaciones y la formación de los futuros presbíteros exige por parte de todos una cuidadosa atención. Ellos son los llamados a ser, en medio de los hombres, testigos de la misericordia de Dios. Ellos son los que han de sintonizar con este mundo para amarle con el amor salvador de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y para abrir caminos nuevos de evangelización. Ellos han de ser los que hagan presente a Dios entre los hombres con un modo de vivir que sea vivo reflejo del amor misericordioso y compasivo de Cristo.

Animo a todos: sacerdotes, consagrados, padres y educadores, para que en este día y durante todo el año muestren a los jóvenes la belleza de una vida entregada al Señor en el ministerio sacerdotal y les ayuden a entender el don tan grande que el Señor hace a su Iglesia por medio de los sacerdotes. “Un buen pastor es el mayor tesoro que Dios puede otorgar a una Parroquia y uno de los más preciados dones de la misericordia divina” (Santo Cura de Ars).

También quiero dirigirme a vosotros jóvenes. No descartéis nunca la posibilidad de la llamada de Dios al sacerdocio. Vivid muy unidos al Señor, en vuestras comunidades cristianas, estando cerca de Él en la oración, en los sacramentos y en la entrega generosa a los hermanos. Y sí, en algún momento, en el silencio del corazón, sentís que Dios os llama, decidle que “sí”, con gozo y sin ningún temor. Es la más hermosa de todas las vocaciones.

Que la Virgen María y su esposo S. José custodien y guíen a nuestros seminaristas y a sus formadores para que, como en el hogar de Nazaret, lo mismo que Jesús, crezcan en sabiduría y en santidad y lleguen un día a ser los sacerdotes que la Iglesia y el mundo necesitan.

Con mi bendición y afecto:

+ Joaquín María. Obispo de Getafe
Getafe, 12 de Marzo de 2010