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 Conclusiones de la fase diocesana del proceso sinodal

La sinodalidad ha supuesto en la Diócesis de Getafe una oportunidad de revisión real de la vida diocesana. La consulta ha ayudado, en parte, a potenciar y desarrollar el propio camino sinodal diocesano, y en este sentido ha resultado providencial.

Aunque la experiencia de la consulta ha sido positiva, también se ha recorrido un camino para su compresión y puesta en práctica. En un principio, la consulta sinodal fue acogida con interés y participación en los laicos, aunque con cierta reserva o escepticismo en algunos sectores o en los propios sacerdotes. Se ha realizado un gran esfuerzo de comunicación y explicación de lo que supone una verdadera sinodalidad. Avanzado el curso ha habido una mediana pero positiva participación de los fieles, religiosos y sacerdotes de la diócesis.

En líneas generales, el hecho de querer hacer un verdadero camino sinodal, desde la escucha a Dios y la sincera comunión ha propiciado que la reflexión se detuviera en el tema de la Comunión como punto de inicio. Por ello, la consulta sinodal y sus distintas experiencias han resultado sobre todo una reflexión “ad intra”, con menos repercusión en el campo de los alejados, lo cual no significa que se aprecie menos este punto, sino que se ha partido de la realidad y las necesidades que primeramente se constataban.

Efectivamente, ha llamado la atención que en la mayoría de las conclusiones lo primero que se reclama es la necesidad de una verdadera comunión en los distintos niveles (parroquial, arciprestal y diocesano), comunión que conlleva conocer al otro, la escucha y la acogida. En medio de un mundo individualista y de consumo, necesitamos conocernos más y crecer en la comunión con Dios y los hermanos. Curiosamente a la vez que se pide esto, los fieles constatan que su parroquia es el lugar donde se sienten acogidos y escuchados, su familia en Cristo.

Otros temas también han sido habituales: la llamada a la corresponsabilidad de los laicos, el cuidado de la belleza de la liturgia y el acercamiento de las celebraciones, redescubrir la importancia de la familia y acoger las heridas, y el valor positivo de la Caridad de la Iglesia sin dejar que sea solo algo para Cáritas. También se ha resaltado la necesidad de mejorar la presencia y el mensaje de la Iglesia en los Medios de Comunicación.

En cuanto a las experiencias, dentro de las realidades tan diversas de nuestra diócesis, han sido en general muy positivas. Se ha procurado no caer en el activismo de “hacer cosas”, que es infructuoso y no deja poso, sino trabajar desde la realidad y la sencillez. Hemos entendido que atender a la comunión de la parroquia o comunidad, acercarse a los “menos habituales” o cuidar los distintos Consejos como órgano de participación, era el primer paso que se debía dar en este camino.

En definitiva, la sinodalidad no puede ser ideología o semántica de palabras nuevas para una sociología de la Iglesia, sino un auténtico camino de conversión para todos. Cuando nos quedamos en palabras, en responder a una consulta por cumplir un expediente o reunirse para teorizar, el camino se vuelve fastidioso y cansino. Un camino preconcebido en ideas o teorías crea rechazo y genera descontento. Por el contrario, hemos experimentado que cuando de veras se escucha a Dios y a los demás y se acoge, se busca el bien y verdad, resulta una verdadera alegría. Esto es lo difícil: en la era de la tecnología y las redes sociales, tenemos email pero necesitamos corazón. Un corazón convertido por la fe que escuche de veras y lleve la esperanza del evangelio a todos.

Podemos decir, por tanto, que el resultado de la consulta ha sido positivo. Ha llevado a la reflexión, a descubrir dones y también ha puesto de relieve carencias y necesidades, mostrando una gran tarea todavía por realizar.

 


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