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04/03/2024. La etimología del nombre Ignacio es apasionante. Viene del latín “Ignatius”, y uno de sus orígenes posibles es éste: “natius “ nacido, “ign” es la raíz de “ignición”, fuego. Ignacio es el “nacido del fuego”. Eso le ocurrió a Íñigo de Loyola -que al estudiar en la universidad de París tomó el nombre de Ignacio-. 

Después de ser herido en la defensa de Pamplona el 20 de mayo de 1521, y después de meses convaleciente en su casa-torre natal, se convirtió de su vida mundana y nació del fuego del amor de Dios. 

Eso es precisamente lo que buscaban los 350 jóvenes peregrinos de la Diócesis de Getafe que entre el 1 y el 3 de marzo de este 2024 han peregrinado hasta la Basílica de san Ignacio en su Loyola natal. 

Procedentes de una decena de arciprestazgos, partieron el viernes 1 rumbo a Zumárraga, donde les aguardaba una noche lluviosa y una cálida acogida por parte del equipo parroquial formado por D. Fernando, D. Iván y D. Pedro. 

Allí fueron acogidos por el equipo de la Delegación de Juventud, liderado en esta ocasión por los jóvenes Iván Partida y Lucía Porras, que realizaron espléndidamente su responsabilidad. 

Tras la oración de Completas, los jóvenes extendieron sus esterillas en los templos parroquiales -como ha sido costumbre a lo largo de la historia de las peregrinaciones- y se dispusieron a descansar acompañados por un frío intenso. Esto forma parte de la vida peregrina. 

El sábado 2 de marzo arrancó con una breve explicación del impactante templo parroquial de San Martín de Tours, en Urretxu, donde el subdelegado de Juventud Rubén Herráiz presidió la eucaristía. Acompañados por el órgano parroquial y un nutrido coro de jóvenes la liturgia dispuso los corazones de los peregrinos para comenzar su andadura. 

El Evangelio del Hijo Pródigo y la homilía de Juan-Luis Valera alentó a los jóvenes a peregrinar también ellos hacia el ‘Padre de la Misericordia’. 

Al concluir la Misa, el delegado diocesano de Juventud, Quique Alonso, saludó a los peregrinos y les invitó a afrontar con magnanimidad el reto de peregrinar en circunstancias climatológicas adversas. Así comenzó, bajo una lluvia constante, el camino que separa Zumárraga de Azpeitia/Azcoitia, donde se encuentra el santuario de Loyola. 

Los jóvenes caminaron con ánimo y alegría a pesar de las dificultades atmosféricas, o quizá precisamente para responder a ellas. Durante el camino, los doce sacerdotes que acompañaban al grupo estuvieron confesando. 

Tras la parada para la comida y el rezo del Rosario, los últimos 3 kilómetros se realizaron en un silencio oracional para llegar a Loyola con un deseo de nacer de nuevo a la gracia. Y tras la alegría de haber alcanzado la meta sobre las 16.00 horas, comenzó la Hora Santa presidida por Francisco Javier Zaera, formador del seminario. Durante la adoración -guiada por la reflexión del P. Zaera en torno al Evangelio de La Samaritana- se siguieron celebrando abundantes confesiones. 

Una vez culminada la peregrinación, siguió una tarde para instalarse en el colegio que albergó a los jóvenes, tiempo para las duchas, el descanso, la catequesis y la cena. 

El intenso día concluyó con una espectacular actuación del seminario diocesano que representó en formato musical la vida y conversión de san Ignacio de Loyola. Un despliegue de medios técnicos y humanos, con canciones adaptadas de conocidas películas de Disney y Hollywood que cautivaron a los jóvenes peregrinos. La jornada terminó dando gracias a Dios por todo lo recibido. 

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El domingo fue un día más sosegado, pero lleno igualmente de emociones. La primera de ellas, celebrar la santa Misa presidida por el obispo diocesano D. Ginés García Beltrán, que acompañó a los jóvenes desde el sábado a medio día. 

En su homilía -que se puede escuchar en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=zJeu5Kwepa4 comentó las lecturas alentando a los jóvenes a una vivencia intensa y plena de su fe y su misión. 

Tras las palabras de D. Ginés tuvo lugar uno de los escrutinios preparatorios para uno de los jóvenes peregrinos que el próximo sábado santo recibirá el bautismo, la confirmación y la comunión. 

Tras la Eucaristía los peregrinos visitaron la casa-torre de san Ignacio, conocieron con más profundidad su historia, y pudieron rezar en la capilla de la conversión la oración ignaciana del “tomad y recibid” en uno de los momentos más intensos del fin de semana. 

El regreso a la diócesis, haciendo parada en Burgos, sirvió para compartir los regalos recibidos de Dios entre los peregrinos, para intercambiar impresiones y concretar propósitos de cara a una vida cristiana “nacida del fuego”. 

La próxima cita para los jóvenes diocesanos organizada por la delegación de juventud es la oración con el obispo (OCEO) el 8 de marzo en la Parroquia del Pilar (Valdemoro).