Palabras del Papa

Ministerios y unidad de la Iglesia
por José Rico Pavés

En la fiesta del Bautismo del Señor, el papa Francisco ha enviado al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe una Carta sobre el acceso de las mujeres a los ministerios del lectorado y acolitado. En la misma fecha ha publicado la Carta Apostólica Spiritus Domini por la que se modifica el can. 230 §1 para que las mujeres puedan ser admitidas a esos ministerios instituidos. Ambos documentos recuerdan la enseñanza de la Iglesia que denomina ministerios a las diversas formas que adoptan los carismas cuando se reconocen públicamente y se ponen a disposición de la comunidad y de su misión de forma estable. Cuando el ministerio tiene su origen en el sacramento del Orden, hablamos de ministerios ordenados (obispo, presbítero y diácono). Cuando el ministerio se confía, por un acto litúrgico del obispo, a una persona que ha recibido el Bautismo y la Confirmación, hablamos entonces de ministerios instituidos (lector y acólito). Siendo venerable la tradición que vincula los ministerios instituidos al sacramento del Orden, pues eran recibidos por los candidatos en su camino hacia el sacerdocio, la modificación introducida por el Papa, en continuidad con la enseñanza del Concilio Vaticano II y los Papas precedentes, recupera la práctica de la Iglesia Antigua y ayuda a un mejor reconocimiento «de la preciosa contribución que desde hace tiempo muchísimos laicos, también las mujeres, aportan a la vida y a la misión de la Iglesia». Si la institución de los ministerios tiene su fundamento en el sacerdocio bautismal y en el servicio a la comunidad, es de esperar que esta modificación ayude a percibir mejor la riqueza de dones y carismas con las que el Espíritu Santo enriquece a la Iglesia. La mirada limpia de la fe mostrará la distinción sin separación y la unidad sin confusión entre los ministerios ordenados e instituidos, confesando que el sacerdocio ministerial y el sacerdocio bautismal tienen su origen último en el Sacerdocio de Jesucristo. En el mes que hemos celebrado la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos es fundamental renovar el compromiso de orar en docilidad al Espíritu Santo para que la Iglesia resplandezca en la belleza de su Unidad y el mundo crea.