Coincidiendo con la celebración de la solemnidad de Cristo Rey del Universo, el domingo 20 de noviembre, el papa Francisco presidirá a las 10.00 horas la santa misa de clausura del Jubileo del Año de la Misericordia.

Ese día, como señala el santo padre en la bula de convocatoria del Jubileo, “cerrando la Puerta Santa tendremos, ante todo, sentimientos de gratitud y de reconocimiento hacia la Santísima Trinidad por habernos concedido un tiempo extraordinario de gracia”.

“Encomendaremos la vida de la Iglesia, la humanidad entera y el inmenso cosmos a la señoría de Cristo, esperando que derrame su misericordia como el rocío de la mañana para una fecunda historia, todavía por construir con el compromiso de todos en el próximo futuro. ¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! A todos, creyentes y lejanos, pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros”, afirma el Papa.

El Año de la Misericordia, que comenzó el 8 de diciembre de 2015, festividad de la Inmaculada, ha sido un periodo de gracia para toda la Iglesia en el que los fieles han podido practicar obras de misericordia espirituales y corporales, como pedía el Papa, “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta de si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos”, ha afirmado el papa Francisco.