Misericordia et misera es el título de la nueva Carta Apostólica del santo padre Francisco que ha visto la luz el lunes 21 de noviembre –justo después de la clausura del Año de la Misericordia- , con la que quiere recordar que la misericordia es una de las actitudes propias del cristiano e invita a que se viva tan intensamente como durante el Jubileo.

El pontífice ha señalado que “La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio. Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre”.

Distribuida en 22 puntos en los que comienza hablando del perdón de Cristo a la mujer adúltera, el papa Francisco incide en la necesidad de renovar el tiempo de perdón, reconciliación y caridad que ha vivido la Iglesia con intensidad durante el Año de la Misericordia: “hemos vivido un año intenso en el que la misericordia se nos ha dado en abundancia. Como un viento impetuoso y saludable, la bondad y la misericordia se han esparcido por el mundo entero”.

Precisamente esa misericordia que, insiste el pontífice, debe seguir reinando en el mundo se materializa en la asistencia a los pobres con quienes debemos seguir practicando obras de misericordia.

Con este motivo ha instituido una Jornada Mundial de los pobres, en el XXXIII domingo del tiempo ordinario, “será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Cristo Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres y nos juzgará a partir de las obras de misericordia”.

El papa dedica también un espacio a hablar del tema de la familia y las situaciones anómalas que se dan hoy en día y reitera a los sacerdotes que ante estas personas tengan "un discernimiento espiritual atento, profundo y prudente para que cada uno, sin excluir a nadie, sin importar la situación que viva, pueda sentirse acogido concretamente por Dios, participar activamente en la vida de la comunidad y ser admitido en ese Pueblo de Dios".

Otra de los puntos en los que incide la Carta es que los sacerdotes podrán absolver del pecado del aborto de manera indefinida, una disposición que había autorizado sólo durante el Año Santo de la Misericordia que concluyó el domingo 20 de noviembre: "Para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario.

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