Carta de D. Ginés García Beltrán, obispo de Getafe, para presentar las meditaciones bíblicas del Año de la Caridad.

“Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será la palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo” (Is 55,10-11).

La Palabra de Dios da fecundidad a nuestra vida y a nuestras obras. Es Dios quien habla y su Palabra es vida, es quien establece con nosotros un diálogo de salvación. Escuchar la Palabra de Dios es el principio de toda existencia creyente. El mandamiento de amar a Dios y al prójimo comienza en un “escucha”. Sobre la Palabra de Dios estamos fundados y en cada momento y circunstancia hemos de escuchar lo que Dios nos dice y nos pide.

Nos enseña el Concilio Vaticano II que “es tanta la eficacia que radica en la Palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual” (DV 21).

Servir a esta Palabra es lo que hemos querido hacer al preparar nuestro Plan Diocesano de Evangelización.

El año pasado, al invitaros a realizar este Plan con espíritu sinodal, os recordaba que en este trabajo la oración era fundamental: “Antes de responder a las preguntas o de dar las sugerencias que se piden, hemos de ponernos en la presencia de Dios y hacerlo en un momento de oración, ya sea personal o comunitaria. Permitidme que insista en la necesidad de escuchar lo que el Espíritu pide a nuestra Iglesia”.

El mismo espíritu de escucha orante de la Palabra de Dios que os pedía entonces es el que deseamos que marque la vivencia y la ejecución del Plan Diocesano de Evangelización. Por eso, os presentamos ahora este medio de la Lectio Divina −lectura orante de la Palabra de Dios−, que iremos proponiendo cada curso para la oración personal o comunitaria. Solo la escucha de la Palabra en un ambiente de contemplación puede revelar el verdadero sentido de nuestro proyecto pastoral y permitir que dé los frutos que Dios quiera.

Con un esquema sencillo, proponemos para la meditación algunos textos bíblicos que inspiran el Año de la Caridad que estamos viviendo. La parábola del buen samaritano y la curación de la mujer sirofenicia ilustran los dos objetivos pastorales de este año: la cercanía a los pobres, y la preocupación y ocupación por los migrantes.

Sé que la Palabra de Dios que os proponemos para la meditación va a iluminar vuestra vida y la vida de la Iglesia, dándonos la fuerza necesaria para cumplir con la misión que se nos ha encomendado. La fuerza interior que nos dará el encuentro con el Señor en su Palabra nos capacita para ser discípulos misioneros, al tiempo que nos abre el horizonte en la misión. Os entrego estos materiales para la oración con la esperanza de que sirvan para interiorizar la voluntad de Dios y para enseñarnos a evangelizar desde el corazón.

A María, oyente de la Palabra y estrella de la evangelización, le pedimos que conforme nuestro corazón a imagen del suyo para hacer lo que Jesús nos dice.

Con mi afecto y bendición.

D. Ginés García Beltrán