mesapoislamwebesta Bajo el lema ‘Juntos, construyendo paz y vida’, unas 60 personas se reunieron el pasado sábado 4 de junio en la Parroquia San Fortunato, en Leganés, para participar en una mesa redonda en la que se analizó qué hay en nuestra fe o en nuestra tradición para lograr una verdadera convivencia que nos ayude a crecer como personas y como sociedad en nuestros barrios pluriculturales y plurirreligiosos. 
Este acto, organizado por la Delegación diocesana de Migraciones, se celebró en los locales de la parroquia del barrio de La Fortuna, con una importante presencia de musulmanes de la mezquita, entre los que se encontraban su imán y su presidente, así como participantes venidos de otros lugares de la Diócesis.
Por parte musulmana, intervinieron D. Hisham Muhammad, responsable de la formación de jóvenes musulmanes, y Dña. Hala Youssef Darwish, una egipcia participante en el proyecto Espacio de Solidaridad y Encuentro, promovido por la Parroquia San Eladio de Leganés.
Por parte cristiana, participaron D. Luis Aranguren, de la editorial PPC, y Dña. María del Carmen Fernández, voluntaria de Cáritas en La Fortuna.
Moderó el diálogo Dña. Tusta Aguilar, de la Delegación de Migraciones.
Los participantes musulmanes reconocieron que existe un gran desconocimiento mutuo, por lo que es muy importante comunicar de verdad e insistir en lo que nos une más que en lo que nos separa.
La fe musulmana siente un gran respeto y admiración por el profeta Jesús, que les inspira, como reconocieron los fieles de esta religión que participaron en el acto, que recordaron que los diez mandamientos están en el Corán.
Además, se subrayaron algunos valores en el Islam coincidentes con el cristianismo que ayudan a la convivencia, como la noción de dignidad humana, la sacralidad de la vida, la solidaridad o la búsqueda de la paz.
Los cristianos destacaron que muchas de sus formas están atravesando un momento de transición y de incertidumbre, haciéndose cada vez más abiertas a lo diferente, pues Dios también se manifiesta ahí.
Los participantes insistieron en el concepto de paternidad de Dios, lo que supone que el otro es siempre un hermano. En el Evangelio no hay ‘ellos’. Todos, especialmente los que sufren, son ‘míos’.
Estas ideas fueron desarrollas apoyándose en la historia de Caín y Abel y en la parábola del Buen Samaritano.
Desde un punto de vista más experiencial, se insistió en el respeto a las diferencias y en las particularidades de cada tradición, siempre que no vayan en contra de la dignidad de la persona y sus derechos inalienables.
Se compartieron experiencias de colaboración y trabajo en común en beneficio del barrio, de los más pobres, de los que sufren.
La misericordia fue algo que apareció en muchas intervenciones, como una experiencia que nos une. Pero no sólo para la acción, sino en la oración, en la que tanto insiste el islam.
Como indican desde la Delegación diocesana de Migraciones, después de este debate hay que continuar trabajando, también en otros lugares, para ir deshaciendo estereotipos y desconocimientos mutuos, con la conciencia de que hay muchas fuerzas disgregadoras (algunas interesadas) y de que tenemos que hacer un trabajo al interior de cada una de nuestras confesiones, todo ello con una inmensa paciencia, pues es una tarea a muy largo plazo. Pero, eso sí, insoslayable en el mundo en el que vivimos.