jubileoenfermosjuniwebeste El santo padre Francisco presidió el domingo 12 de junio en Roma la eucaristía de celebración del Jubileo de los Enfermos, en la que participó el delegado de Pastoral de la Salud de la Diócesis de Getafe, D. Francisco Arias Juárez, junto al consiliario de la Hospitalidad de Lourdes, D. Guillermo Cruz, y más de un centenar de personas, entre enfermos y voluntarios hospitalarios de la Archidiócesis de Madrid.
“Esta peregrinación ha sido un momento de gracia, porque hemos visto cómo el Señor nos acogía y nos perdonaba, y nos ayuda a vivir nuestra realidad. Esto se ha hecho palpable no sólo en mil anécdotas, sino también en todas las dificultades resueltas, en los imprevistos solucionados, que han sido muchísimos, con el consiguiente cambio de plan que se resolvía con una sonrisa”, explica D. Guillermo.
“El ambiente de unidad entre todos los que fuimos, aunque unos se conocían más y otros eran nuevos, fue un signo de nuestra peregrinación. Incluso, en el mismo avión, el sobrecargo me dijo la impresión que les estábamos dando con la alegría que mostrábamos” cuenta el consiliario de la Hospitalidad de Lourdes.
De toda la peregrinación, el momento que recuerda con más intensidad es cuando, juntos, pasaron la Puerta Santa y rezaron el credo, momento en el que el Señor actuó en muchos de ellos.
“Cuando entramos con los enfermos, sólo había que mirar sus rostros y ver con qué devoción rezaban el Credo. Justo al acabar, salimos a la catequesis y, durante toda la hora, no pararon de confesarse, tanto enfermos como voluntarios. Nosotros pensábamos que éramos el grupo más grande de lengua española, y allí nos dimos cuenta de que éramos el único”, relata D. Guillermo.
Otro momento de gracia fue la celebración eucarística en San Pedro con el papa Francisco. “Participamos en la misa leyendo la primera lectura, y un chico en silla de ruedas y un voluntario pudieron saludar al Papa. Le entregamos una medalla de la Hospitalidad y, luego, al saludar a los sacerdotes, nos lo recordó y nos dijo que teníamos que perdonar mucho, porque, si no, no vale”, explica D. Guillermo.
A pesar de todas las dificultades vividas, como madrugar, la lluvia, el lugar, donde en ocasiones tenían poca visibilidad, D. Guillermo destaca que lo impresionante fue “ver la transformación” que se produjo en muchos de los peregrinos durante la eucaristía.
“Uno de los chicos que venía con nosotros con una de silla de ruedas especial le comentó a uno de los sacerdotes que quería preguntarle al Papa el porqué de tanto dolor y soledad en su vida, sobre todo tras la muerte de su madre y de su novia. Al salir, a pesar de su dificultad al hablar, nos decía que había percibido el amor inmenso de Dios. Al llegar a Madrid, en el avión le habían roto su silla de ruedas, y me dijo que eso no le quitaba la alegría de este momento. Y eso es lo que quiero compartir: cómo la fe renueva la vida, el mundo, a todos nosotros si nos dejamos hacer por Dios”, asegura el consiliario de la Hospitalidad de Lourdes.