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El pasado 2 de octubre casi 800 peregrinos -guiados por la Delegación diocesana de Juventud y acompañados por el obispo de la Diócesis y su obispo auxiliar- llegaron al Santuario de Ntra. Sra. de Guadalupe, patrona de Extremadura. El viernes 30 de septiembre el numeroso grupo fue alojado en las instalaciones públicas de Puerto de San Vicente y Mohedas de la Jara (Toledo), desde donde peregrinaron el sábado 1 de octubre hasta Alía (Cáceres). En los tres municipios la acogida fue excepcional, tanto por el sacerdote como por las alcaldesas y habitantes de los pueblos.

 

Después de dos jornadas en las que recorrieron a pie 36 kilómetros, los jóvenes llenaron con sus cánticos la plaza del pueblo de Guadalupe, para sorpresa y alegría de los allí presentes. A continuación, y tras pasar por la puerta jubilar de la misericordia, el obispo diocesano, D. Joaquín Mª, presidió la Eucaristía, a la que siguió la visita al camarín de la Virgen, donde se veneró la imagen de la Morenita.

En la homilía, monseñor López de Andújar, recordó a los jóvenes que “la fe es poderosa, aunque sea pequeña como un grano de mostaza; y el mundo la necesita”. Continuó diciéndoles que “la fe es un camino, parecido al que hemos hecho estos dos días”. El obispo expuso cuatro similitudes entre la fe y la marcha que acababan de realizar.

En primer lugar, “la fe tiene un destino, tiene una meta, que es el encuentro con Jesús. Un encuentro personal, de Tú a tú, de Amigo a amigo.”  En segundo lugar, “es un camino que no hacemos solos. Vamos acompañados, vamos con la Iglesia. ¡Qué importante es la comunidad!”.

La tercera similitud entre el caminar físico y la fe son los reconstituyentes. “Las barritas energéticas que toman los deportistas para seguir adelante. En la vida espiritual son los sacramentos”. Por último, “el camino lo hacemos con guías, que saben dónde van, y adónde nos llevan. En nuestra peregrinación hemos contado con Jesucristo, Buen Pastor, que nos guía a través de sus pastores. En la Iglesia contamos con los sucesores de los Apóstoles, los obispos, y sus colaboradores, los sacerdotes, que nos sirven acompañándonos, para que no vayamos solos, para que no nos perdamos”.

Concluyó D. Joaquín recordando que en este caminar contamos con una Madre, con la Virgen María, que siempre “nos guía de la mano cuando nos despistamos; a la que siempre podemos recurrir”.

La peregrinación concluyó con la tradicional foto de familia en la escalinata de ingreso de la Basílica, y el regreso de los 14 autocares a los distintos municipios de la Diócesis de los que procedían los jóvenes. La organización del evento, gracias al trabajo en comunión del delegado -D. Gonzalo Pérez-Boccherini- de los subdelegados –Dña. Isabel García FSCC y D. Pablo Esteve- de los responsables laicos de la peregrinación -Verónica Ramos y Alberto de la Iglesia- y del grupo de voluntarios responsables de las distintas áreas fue un auténtico éxito. Laus Deo.