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Los jóvenes de la Diócesis de Getafe que partieron a principios de julio hacia Villarrica (Chile) han continuado estos días con su misión evangelizadora visitando cárceles y compartiendo experiencias de vida y sufrimiento. Conocemos sus experiencias en esta etapa misionera gracias a Juan-Luis Valera, uno de los jóvenes seminaristas de la Diócesis de Getafe, que ha compartido su testimonio en el blog 'Diario de una misión en Villarrica'.
En su contacto con la población local han podido conocer la actuación del Señor y rezar juntos y dar gracias.
Entre todas las historias que han conocido, los jóvenes diocesanos recuerdan la de Enrique, que, tras 20 años en la droga y cuatro en prisión, se dio cuenta de la presencia de Dios en su vida. Ahora está en libertad condicional.
“Dios siempre te acompaña. Cuando miras atrás, comprendes de cuántas cosas te ha librado el Señor”, declara Enrique, a quien un negocio le hizo romper con su familia y perder el trato con sus hijos.
Ahora es un hombre de mirada clara, franca, traviesa, con un poso de tristeza. “Al convertirte, comprendes cuánto sufrimiento causaste y cuánto tienes que reparar”, dice hablando de sí mismo.
Enrique, sin embargo, se encontró con Dios en la cárcel, gracias al tesón apostólico de su propia madre y al apoyo de los catequistas, de los sacerdotes y de los religiosos que visitan a los reclusos.
El apoyo de estas personas es vital y Enrique agradece mucho esas visitas. “Los que vienen de fuera traen buena ‘vibra’, y aquí hace mucha falta para conservar la fe”, afirma.
Por diversas circunstancias, los misioneros no han podido acceder muchas veces a la cárcel. La primera ocasión en la que les dejaron entrar fue un sábado, para celebrar la eucaristía.
Enrique les esperaba con mucha ilusión: había preparado la sala que se usa de capilla (compartida con los evangélicos) con cuidado y había conseguido que les preparasen un “tecito” y galletas.
Estaba muy agradecido de poder celebrar la eucaristía un día que “no tocaba” (no hay sacerdotes suficientes para tener misas todas las semanas, así que la alternan con celebraciones de la Palabra), y no tardó mucho en confiarles “algo” de su historia pasada, de la vida allí dentro y de su gran alegría, porque en pocos días se resolvería su libertad condicional.
Otras historias de conversión que nuestros misioneros pueden compartir son la de Sebas y Martín, católico el primero, que ha recuperado la vida de fe en la cárcel, y evangélico el segundo, pero al que le gusta asistir a todas las celebraciones. Junto a ellos celebraron una eucaristía muy especial.
Otra de las tareas de nuestros misioneros fue ayudar en las Jornadas de Formación para Servidores del Altar. Así llaman allí a los monaguillos. Fue otra actividad sorprendente, porque conocieron a un impresionante equipo de jóvenes que, liderados por Andrés, Natalia y Olga, llevaban con gran profesionalidad y dinamismo la coordinación de diversos encuentros y acciones formativas.
Las conversaciones con ellos y con alguno de los asistentes fueron inolvidables y de mucha formación. Les dieron muchos consejos, materiales y su testimonio de fe.
A pocos kilómetros de Villarrica se encuentra  la comunidad de Los Guindos, otro de los destinos de la evangelización de los misioneros diocesanos.
Después de dos semanas en Villarrica misionando en el barrio Diego Portales, en el entorno de la Capilla del Carmen, terminaron la visita con la eucaristía solemne de Nuestra Señora del Carmen, presidida por el párroco, el padre Robinson, y concelebrada con el formador del Seminario de la Diócesis de Getafe, el padre Javier Bescós, y con la ayuda del diácono Daniel . Fue una “misa chilena” celebrada con profusión de cantos y bailes típicos, muy alegres.
 
Sigue la historia de nuestros misioneros:
https://diariodeunamisionenvillarrica.wordpress.com/