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El vicario general moderador de la Curia presidió el pasado domingo 27 de diciembre la celebración de la fiesta de la Sagrada Familia en el auditorio del Colegio Loyola que los hermanos salesianos regentan en Aranjuez.

Estuvo acompañado en el altar por el delegado de Familia y Vida, Álvaro Ojeda; el vicario episcopal de Apostolado Seglar, Jaime Bertodano y el párroco de la parroquia Espíritu Santo, Jose Manuel Ramos.

A la ceremonia, de marcado ambiente festivo, se unieron además decenas de familias llegadas desde distintos puntos de la Diócesis que quisieron celebrar unidas esta especial jornada que llevaba por lema ‘‘Los ancianos, tesoro de la Iglesia y la sociedad’.

Mairata quiso empezar su homilía trasladando la bendición y la felicitación navideña del obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán y de su obispo auxiliar, D. José Rico Pavés.

Después, en referencia a las lecturas destacó la importancia que para el desarrollo de la fe tiene la familia.

Señaló que en la pandemia, a pesar del sufrimiento, “hemos vuelto a descubrir la familia como Iglesia doméstica, algo que no debemos perder y en lo que debemos seguir profundizando”.

El vicario explicó que “la familia es el lugar donde se aprende a vivir la fe, con sencillez y unidos y donde debemos compartir las cosas que el Señor hace en nuestra vida”.

“También en la familia aprendemos la obediencia. No podemos obedecer a Dios si no hemos aprendido a obedecer a nuestros padres primero”, continuó Javier, y añadió: “la obediencia es hacer la voluntad de Dios y esa voluntad se manifiesta en los mandamientos, las bienaventuranzas y en sus continuas llamadas”.

Por último, el vicario general señaló que en la familia “es el lugar en el que aprendemos a rezar. En este tiempo de pandemia hemos aprendido a rezar  unidos y no debemos dejar de hacerlo”.

“En la familia aprendemos a rezar con naturalidad, a dirigirnos a Dios con el corazón de un niño, a adorar al Señor” concluyó.

Después de la eucaristía, los asistentes compartieron un tiempo de alabanza a Dios, cantando, bailando y rezando en familia. Unos hermanos de la Renovación Carismática Católica en España dirigieron las canciones, gestos y palabras para dar gracias a Dios y a alabarle. Las familias pudieron descubrir así la sencillez, naturalidad y facilidad de los niños para orar y dirigirse a Dios. 

A continuación hubo adoración al Santísimo, un encuentro con Dios para que cada uno pudiera dialogar con Él más íntimamente; tanto los niños como los adultos.

En un momento concreto de la adoración, los niños pidieron, en voz alta, por sus abuelos, por los mayores, expresando con palabras del Papa emérito Benedicto XVI una oración que él escribió y recordando el lema de la jornada.

 

 La celebración se desarrolló siguiendo todas las restricciones y condiciones de seguridad marcadas por Sanidad.