
Este joven vive con el tipo más grave de espina bífida. Desde que nació su discapacidad le marca el día a día, pero lejos de hundirse y tirar la toalla intenta subirse a la Cruz con Cristo. Incluso ha participado en la Javierada de este año con la Delegación de Juventud de la diócesis. Su testimonio se lo ha ofrecido a Hugo Luquero en el
último número de 'Padre de Todos'.
- ¿Cuántas veces has peregrinado a Javier?
Dos veces. La primera no pude hacer el camino porque fui con una úlcera en el pie, y la segunda ha sido la de este año. Me animé y pude hacer la caminata.
- ¿Qué es lo que te ha enganchado de estas peregrinaciones?
En las peregrinaciones me gusta conocer a gente nueva de diferentes parroquias, acercarme más a Cristo, pero lo que especialmente tiene para mí más importancia en la de Javier es ver el Cristo crucificado sonriendo, porque cada vez que le miro me recuerda cómo tengo que vivir mi cruz. En mi caso es mi discapacidad. Así es como lo tengo que vivir: sonriendo y dándome cuenta de que Cristo sufrió más por mí y que va a estar presente en cada momento de mi vida sujetándome la cruz.
- Y peregrinas con muletas…
En esta última caminata logré hacer 9 Km con las muletas. No he llegado a hacerlo entero, pero con esto me he dado cuenta de mis límites y de lo afortunado que soy de poder esa distancia con entrega para seguir avanzando en el camino al cielo.
- ¿Cuál es la gracia que te otorga Dios al peregrinar?
La manera de amar. Dios lo que siempre me pide, lo que sabe que puedo dar, es el 1 %. Pero con amor y entrega puedo darlo, y con eso Cristo me da el 100 %. Junto al Señor puedo conseguir cualquier cosa porque no soy ningún héroe, el héroe es Cristo.