20/06/2025. La Iglesia Santa María, en Villaviciosa de Odón, acogerá este sábado 21 de junio, a las 19.00 horas, un acontecimiento muy especial para la diócesis de Getafe: la ordenación diaconal de tres jóvenes del Seminario Mayor Nuestra Señora de los Apóstoles.
Ignacio María Suárez, Enrique Cerrada Collado y Carlos Herrero Folgado recibirán el orden del diaconado, un paso fundamental antes de su futura ordenación sacerdotal. La ceremonia estará presidida por el obispo diocesano, Mons. Ginés García Beltrán, y contará con la presencia de sus formadores, compañeros seminaristas y numerosos fieles de la comunidad parroquial.
La fecha de esta celebración litúrgica cobra un significado especial, al situarse entre la solemnidad de Pentecostés y la fiesta del Corpus Christi, un tiempo propicio para acoger con esperanza y alegría las nuevas vocaciones al servicio de la Iglesia.
Los tres manifiestan su contento, y al mismo tiempo su sentido de la responsabilidad, ante el acontecimiento que les espera mañana, aunque en su historia no se hubieran planteado el sacerdocio.
Iñaki Suárez, que ahora tiene 28 años, de pequeño quería ser bombero no sacerdote. “Era muy movido y siempre me atrajo la idea de ser bombero. Me encantaba pensar que estaban todo el día de aquí para allá”, recuerda. Después de distintos viajes y experiencias, durante un Erasmus en Polonia, Iñaki descubrió la profunda sed espiritual de los jóvenes: “Sentía que me gritaban: ‘Tenemos sed del Dios que tú conoces’. Fue entonces cuando comprendí que tal vez mi camino era ayudar a saciar esa sed”. Reconoce que entró al seminario con la esperanza de que le rechazaran para seguir con su sueño inicial, “pero no me dijeron que no… y hasta hoy, después de siete años”.
Enrique Cerrada, el más joven de los tres, con 27 años, confiesa que de pequeño nunca pensó en ser sacerdote, pero en la juventud, a través de grupos parroquiales y campamentos, la pregunta sobre la voluntad de Dios empezó a resonar en su corazón. “En una peregrinación a Guadalupe en 2015, el Señor tocó mi corazón y me hizo ver que no solo merece la pena, sino merece la vida ser sacerdote”. Desde entonces, Enrique ha descubierto la belleza de una vida dedicada a dar a conocer a Dios. A las puertas de su ordenación diaconal, afirma: “Dios es fiel y persevera en la llamada que hace. Él se fía de mí y de mis hermanos para anunciar el Evangelio, que es la principal tarea del diácono”. Con gratitud y esperanza, pide que la comunidad les acompañe con oración en este momento tan importante.
Por su parte, Carlos Herrero, joven de 29 años, describe su vocación como un “tira y afloja” con el Señor. Aunque no se planteó el sacerdocio hasta los 18 o 19 años, reconoce que Dios le había llamado antes, a los 17, cuando empezó a ser monaguillo. “Una señora de mi parroquia me preguntó si iba a ser sacerdote y respondí que no, porque ya tenía un plan: ser profesor de Historia, formar una familia cristiana y servir a la Iglesia desde laicos”.
Sin embargo, aquella pregunta fue calando y la escuchó de amigos, familiares y compañeros no creyentes. Finalmente, se la planteó directamente ante el Señor: “¿Me estás llamando a ser sacerdote?”. Con el tiempo, fue descubriendo cómo Dios había cuidado de él desde pequeño y había despertado en su corazón un deseo profundo de servir y amar la Iglesia. “Servir al altar me hacía feliz y comprendí que ese amor por el Señor pedía una respuesta más grande. Entonces me rendí y dije: ‘Lo que tú me propones, Señor, es hacerme feliz por este camino. Pues adelante’”. Hoy agradece haber escuchado esa llamada y se prepara con alegría para entregar su vida al servicio del Evangelio.
La comunidad diocesana está invitada a acompañar con oración y cercanía a estos tres jóvenes en esta etapa tan significativa de sus vidas, marcada por el compromiso y el servicio.
El diaconado, una vocación al servicio
El diaconado representa el primer grado del sacramento del Orden y es mucho más que un peldaño hacia el sacerdocio. Es una etapa de entrega concreta al servicio, a imagen de Cristo servidor. Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, el diácono es llamado a colaborar estrechamente con los obispos y sacerdotes en la misión de la Iglesia.
Entre sus funciones, los diáconos proclaman el Evangelio, pueden predicar, administrar bautismos, asistir al matrimonio y bendecirlo, presidir funerales y, sobre todo, dedicarse a los servicios de la caridad y de la palabra. En este camino, la gracia sacramental fortalece a quienes asumen esta vocación, capacitándolos para servir al Pueblo de Dios con generosidad y entrega.
Este paso supone para Enrique, Ignacio María y Carlos un momento crucial en su camino vocacional, pero también es una alegría para toda la comunidad diocesana. Por ello, se anima a los fieles a acompañarlos con la oración y, si es posible, con su presencia en esta emotiva celebración.
Más que un rito, la ordenación diaconal es un signo de esperanza y renovación para la Iglesia.
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