02/06/2025. Ya se ha abierto el plazo para inscribirse en una nueva edición de las Misiones Alcuéscar, que tendrán lugar del 18 al 24 de agosto de 2025, en colaboración con los Esclavos de María y de los Pobres. Durante esos días, una veintena de jóvenes se desplazará hasta esta localidad cacereña para acompañar a enfermos y ancianos en la residencia y la Casa de Misericordia, en una experiencia intensa de entrega, oración y comunión fraterna.
Clara González, una joven de 22 años de la parroquia Santo Domingo de Alcorcón vivió esta aventura el pasado verano. “No fue mi primera opción —confiesa— porque también me llamaban otras misiones internacionales, pero entendí que a veces no hay que irse lejos para servir; a veces, cerca de casa también hay mucha necesidad”.
Sobre las tareas diarias, Clara explica que “íbamos un poco a lo que nos pidieran los hermanos, porque allí hay mucho que hacer. En nuestro caso, organizar un almacén con material donado, ayudar con la lavandería, acompañar a los internos en talleres o incluso darles de comer”.
La preparación espiritual también es fundamental para afrontar esta misión, destaca Clara: “lo primero que nos dijeron fue que la encomendáramos y rezáramos mucho. Teníamos momentos de oración todos juntos y con los internos. A primera hora rezábamos Laudes, además de la Eucaristía diaria, y se nos animaba a dedicar un rato después de comer para buscar un momento de oración personal”.
La convivencia entre los jóvenes misioneros es otro pilar de esta experiencia. “Al principio pensé que iba a ir sola, y me daba un poco de miedo porque soy tímida —recuerda Clara—, pero los responsables hacían dinámicas para que nos conociéramos y enseguida nos sentimos como una pequeña familia”.
Para quienes estén dudando si apuntarse, Clara lanza un mensaje claro: “les diría que confíen en el Señor y que se apunten. El verano puede ser un descanso para el corazón, aunque se trabaje mucho. Yo lo viví así, y fue maravilloso”.
Finalmente, esta experiencia supuso para Clara un verdadero reencuentro con la fe: “para mí fue un tiempo para reconectar con el Señor, porque en verano me cuesta mantener el ritmo de oración. También descubrí que la oración está en el servicio, en la persona que te sonríe o te da las gracias. Fue un volver a poner la mirada donde tenía que ponerla y empezar el curso con muchas fuerzas”.
La Delegación diocesana de Juventud invita a todos los jóvenes con deseo de servir y vivir el Evangelio con radicalidad a sumarse a esta hermosa misión.
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