07/0//2025. Con el inicio del tiempo estival son muchas las parroquias de la diócesis que organizan campamentos para los más pequeños de la casa. En ellos se aprende a convivir, a relacionarse, a amar y conocer mejor a Jesucristo y a su Iglesia y también a divertirse a través de distintas actividades organizadas especialmente para ellos.
La parroquia Nuestra Señora de la Saleta, de Alcorcón, finalizó el domingo 6 de julio con una Eucaristía, su campamento al que han asistido unos 85 participantes entre niños, adolescentes y jóvenes. Los acampados —acompañados de sacerdotes y monitores— han podido disfrutar de un tiempo en la parroquia y en el colegio Virgen del Remedio y también, según su edad, de unos días de convivencia en Boadilla del Monte.
El objetivo del campamento, que comenzó el martes 1 de julio, como expresó el párroco, Álvaro Ojeda, era encontrarse con Cristo, crecer como parroquia y en comunidad y vivir el compromiso de vida en la fe, esperanza y caridad.
La misa de clausura, en la que participaron tanto los acampados como sus familias, estuvo presidida por el vicario general y moderados de Curia, Javier Mairata, acompañado por el vicario parroquial Juan Pablo Flórez en el altar.
En su homilía, el vicario general dirigió un mensaje lleno de esperanza, identidad cristiana y misión evangelizadora. "Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo", proclamó Mairata, recordando a los presentes que la fuente de la alegría cristiana no es otra que "ser hijos de Dios".
Durante su intervención, el vicario insistió en que la misión cristiana no depende de habilidades extraordinarias, sino de una profunda experiencia de encuentro con Cristo. "La llamada fundamental de nuestra vida es estar con Él. Y porque estamos con Él, podemos llevarlo a los demás", aseguró. Añadió que esta vivencia debe ser compartida, "que lo que nosotros unimos, lo que disfrutamos, lo compartamos con los demás".
Reflexionando sobre sus propias experiencias misioneras, Mairata compartió una anécdota de su misión en Chile para ilustrar cómo la acogida sencilla y fraterna puede convertirse en una auténtica manifestación del amor de Dios. "No somos nosotros los que vamos; es Jesús el que entra. Es Jesús el que llega a esta casa", afirmó, subrayando que la eficacia de la misión no depende del mensajero, sino del poder transformador del Evangelio que se anuncia.
La homilía concluyó con una llamada clara a reconocer la identidad bautismal como punto de partida de toda vocación cristiana: "Tengo que estar alegre porque soy hijo de Dios, y porque soy hijo de Dios, tengo una misión: llevarlo a los demás".
Tras la misa, el párroco, Álvaro Ojeda, agradeció a los vicarios su cercanía y entrega, ofreciéndoles un pequeño obsequio como muestra del cariño de toda la comunidad parroquial.
Un campamento para todas las edades y bien preparado
Al término de la celebración, uno de los diez monitores que habían participado en el campamento, Marcos, de 18 años, que había acompañado a los jóvenes de la ESO en la convivencia en Boadilla del Monte, señalaba que el campamento habia sido divertido y se lo habían pasado muy bien, pero reconocía que "hemos trabajado mucho y ha estado todo bien preparado".
Mia, una de las niñas asistentes, de diez años, también subrayaba lo bien que se lo había pasado: "me ha gustado mucho estar con los monitores y con mis amigos, y participar en las actividades".
"He aprendido a ser respetuoso y amigables con todas las personas", añadía.
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