07/07/2025. Un total de 83 alumnos de 1º de Bachillerato del Colegio Jesús Nazareno, de Getafe, acompañados por siete profesores y dos capellanes –los sacerdotes Rubén Herráiz y Gabriel Muñoz–, acaban de culminar su peregrinación a Santiago. Más que un desafío físico, ha sido una experiencia profundamente espiritual y transformadora para toda la comunidad educativa.
“Ha sido impresionante en todos los aspectos. A pesar de ser la cuarta vez que lo hacemos, cada Camino es único. Todos los chicos llegaron juntos a Santiago, algo que nos emociona profundamente”, relatan los organizadores.
La ruta escogida fue el Camino Francés desde Sarria, donde partieron el 27 de junio, con etapas diarias de unos 25 kilómetros. Cada jornada comenzaba con una breve meditación espiritual centrada en un tema del día –el perdón, el amor, la amistad con Jesús– y arrancaba con un tramo de silencio orante. "Se cuidaban especialmente los tiempos de celebración diaria, de reflexión y la convivencia, ya que todo lo hacemos juntos", añaden.
“Empezar el día en recogimiento nos ayudaba a vivirlo de forma más consciente. Con 83 adolescentes, lograr 30 minutos de silencio caminando fue todo un signo del cambio que se iba dando”, explican los profesores.
Uno de los momentos más emotivos fue la Eucaristía celebrada en el campo antes de la entrada en Santiago, con un altar hecho con mochilas y cubierto por la bandera del colegio y de España. La misa, presidida por Rubén y Gabriel, fue retransmitida en directo, permitiendo a las familias sentir la emoción desde casa.
Durante todo el Camino, los sacerdotes compartieron cada paso con los alumnos, confesando, conversando y acompañando espiritualmente, especialmente en las últimas etapas.
“Muchos se acercaron a la confesión por iniciativa propia, buscando reconciliarse y llegar al abrazo del Apóstol con el corazón abierto”, afirman los responsables.
La peregrinación incluyó también dinámicas comunitarias como el “Ángel amigo”, un gesto de cuidado oculto entre compañeros. Al final del viaje, los alumnos recibieron su Compostela en una sencilla ceremonia antes de participar en la misa del peregrino en la Catedral.
Para Elena Valiente, de 17 años, el Camino ha sido una de las vivencias más significativas de su vida: "No hubo un único momento de cambio, pero sí una dinámica que nos transformó. Volvimos siendo una mejor versión de nosotros mismos”.
Elena también destaca la riqueza de los pequeños gestos cotidianos: “el Camino nos sirvió para valorar cosas pequeñas: el agua, las duchas, las zapatillas... y dar gracias por ellas. Estoy muy agradecida a los profesores: sus palabras de ánimo renovaban nuestras fuerzas, y también pudimos conocerles de otra manera. Tengo el corazón muy lleno y siento que Dios está en todas partes”.
Santiago Sánchez, también de 17 años, señala que participar en el Camino de Santiago ha sido "una experiencia única en la que puedes disfrutar de diversas maneras”.
Uno de los aspectos que más le impactó fue la conexión con la naturaleza y con uno mismo: “En esos ratitos de silencio en cada etapa, también he podido pensar en mis problemas, en mi familia y en un futuro”. Además, valora profundamente esos momentos de reflexión personal: “Yo creo que eso también se agradece”.
Santiago también destaca cómo este viaje le permitió estrechar lazos con sus compañeros: “Puedes conectar con la gente, por ejemplo con amigos, con compañeros que no hablaban a principio de curso. En ese viaje he podido disfrutar, charlar, reírme y hasta jugar con ellos”. Para él, esta convivencia se convirtió en “otra manera de vivir el Camino”.
Sin embargo, lo que más le marcó fue la dimensión espiritual de la experiencia. “La parte más emotiva, más emocional, es la parte espiritual”, confiesa. “Es aquella parte en la que, cuando llegas a Santiago, te entran ganas de llorar, pero no de tristeza, sino de alegría, de decir: ‘Lo he conseguido, lo he hecho’”.
Santiago relata cómo, en ciertos tramos, sintió una fuerza interior especial: “Había algunos momentos en los que podía sentir a Dios, en los que decía: ‘Vale, no puedo llegar a ese kilómetro’, pero algo me empujaba, algo sacaba fuerzas de dentro de mí, de donde no las había”.
Recuerda también el impacto de convivir con otros peregrinos: “Pasas por tantos pueblos, conoces a tanta gente buena… Es una manera única para conectar con todo lo que te rodea”.
Convencido del valor de esta experiencia, Santiago lanza una invitación clara: “Yo creo que cualquier persona debería experimentarlo por lo menos una vez en la vida, para que sepan lo que es el verdadero Camino de Santiago”.
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