24/07/2025. Isabel Vargas es una joven de 22 años de la parroquia San Eugenio, en Getafe. Dentro de muy poco vivirá dos momentos cruciales en su vida: participará en el Jubileo de los Jóvenes en Roma, del 26 de julio al 3 de agosto, y, tras ello, ingresará como aspirante en el monasterio de Clarisas de Cantalapiedra (Salamanca). Su historia es un testimonio de fe serena, amor creciente a Jesús y discernimiento vocacional vivido en comunidad.
“Estudiaba Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Carlos III y me quedaba solo un año para terminar… pero Jesús se ha puesto de por medio”, cuenta con una sonrisa. Al llegar a Getafe desde Cartagena, su vida parroquial comenzó en la parroquia Santa Teresa de Jesús, donde fue catequista, y se fortaleció durante la JMJ, donde descubrió una Iglesia “joven, universal y viva”.
"Jesús me ha ido atrayendo muy suavemente"
En ese caminar, conoció al grupo Matata –los “jóvenes en el costado de Jesús”– y profundizó su vida de fe en comunidad, especialmente en la parroquia de San Eugenio. Así se abrió paso un proceso vocacional que, aunque silencioso al principio, fue creciendo poco a poco.
“No te puedo decir un momento concreto, porque el Señor lo ha hecho todo muy suavemente, con la delicadeza que le caracteriza”, explica Isabel. “Siempre he tenido sensibilidad con el Señor, pero lo veía como algo normal. La duda sobre la vida consagrada estaba ahí… pero cuanto más cerca estás de Jesús, más cosas pasan. Cuando ves cómo te mira el Señor, te conmueve por dentro y no te deja indiferente”.
La cercanía al Señor, el acompañamiento espiritual y el entorno comunitario han sido claves: “Matata ha sido un pilar fundamental, porque me ha puesto de cara a Jesús. Él suscita estos deseos. Mi director espiritual me propuso hacer un discernimiento más serio, y ha sido un camino muy bonito, muy dulce… también costoso, porque es un constante salir de ti misma para entrar en Él”.
“Al principio dije: ‘La doble reja, ni por asomo’… y ahora voy a entrar allí”
Durante el discernimiento, Isabel tuvo la oportunidad de vivir una experiencia en el monasterio de Clarisas de Cantalapiedra. Al principio, reconoce que fue escéptica: “Yo con mucha sinceridad le dije a la madre y a la maestra: no tengo claro que mi vida sea para entregarla aquí. Y la primera vez que visité ese convento decía: no, no, no… la doble reja, ni por asomo”.
Sin embargo, algo cambió dentro de ella al compartir la vida con las hermanas: “Vi lo mucho que se quiere al Señor. Vi una fuerza, una restitución de intención, de santidad… que ir al cielo es posible, porque primero Jesús ha muerto por nosotros para que podamos ir al cielo. Y ese es mi mayor deseo: poder estar en el cielo con Él”.
Tras aquella experiencia, pidió formalmente iniciar el aspirantado. “Las hermanas lo rezaron mucho y me dijeron que sí. También ha habido momentos de prueba, pero sobre todo de mucho gozo. Estoy muy feliz, muy feliz. El Señor da la gracia… y si Él quiere, podré amarle como me gustaría”.
"Voy al Jubileo para vivir, por última vez, la juventud en el mundo"
Isabel participará también en el Jubileo de los Jóvenes en Roma, un viaje que será especial por muchos motivos. “Me hace mucha ilusión vivirlo con mis hermanos de Matata. Y más porque mi hermana Miriam, que vive en Cartagena, se ha apuntado también. Me emociona que pueda ver lo que han sido estos años para mí: una vida de parroquia, una vida en Jesús”.
Ver de cerca al Papa León XIV también la llena de esperanza: “Es un papa que me genera esperanza. Lo veo con mucha firmeza, con mucha sed de servir a la Iglesia. Claro que me hace ilusión verlo. Además, una vocación siempre es una vida para la Iglesia. Y ver al sucesor de San Pedro tan cerca es un regalo”.
“Claro que me hace ilusión ver al Papa, y también ir con tantos jóvenes. Ya en la JMJ experimenté una realidad que, como dije al principio, no se ve… y como no se ve en los medios, parece que no existe. Pero es real: hay un montón de jóvenes con un deseo enorme de vivir en Jesús. Como decía san Agustín: ‘Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti’”, añade.
“Eso es lo que ocurre cuando ves a tantos jóvenes reunidos: con el calor que hará, con las colas para la comida…, todo eso nos ayuda a desprendernos un poco de nuestras comodidades, porque estamos un poco aburguesados, y de repente vemos lo verdaderamente importante: una sonrisa al lado, reírte mientras esperas, las duchas frías y ponerte a cantar para que no se note lo fría que está… y conocer a tantos jóvenes con corazones bondadosos y generosos. Eso viví en la JMJ y tengo la certeza de que así será también en el Jubileo”.
Para Isabel, el Jubileo será también una despedida simbólica del mundo: “Me he apuntado porque el Señor ha querido. Para vivir, por última vez, lo que es la juventud en el mundo. Pero no lo veo como algo doloroso, sino como algo bonito. Es tener la oportunidad de vivir de primera mano la realidad por la que voy a rezar toda mi vida: una Iglesia joven, interesada en las cosas de Jesús y en cuidarle a Él”.
“Jesús ya se encargará de todo”
Su preparación espiritual es sencilla pero profunda: “Cada mañana en Laudes pido por los frutos del Jubileo. Y sé que Jesús ya lo va a hacer todo. No le quiero pedir nada, porque Él ya se va a encargar de derramar su gracia”.
Con paz en el corazón y los ojos fijos en Cristo, Isabel termina su testimonio con palabras de San Pablo que la acompañan: “La tribulación engendra paciencia, la paciencia virtud, la virtud esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”.
El 11 de octubre, si Dios quiere, Isabel cruzará definitivamente la reja del monasterio de Cantalapiedra. Pero no como un final, sino como el inicio de la verdadera entrega. “Mi único objetivo es estar con Él. Y Jesús, que no se deja ganar en generosidad, ya lo hará todo”.
Continúa informado en:
• Instagram: @diocesisdegetafe
• TikTok: @diocesis.de.getafe
• Twitter: @DiocesisGetafe
• Facebook: www.facebook.com/diocesisdegetafe
• YouTube: www.youtube.com/@getafediocesis