24/09/2025. En la festividad de la Virgen de la Merced, patrona de los cautivos, el obispo auxiliar, José María Avendaño Perea, ha recordado que el mensaje de esta advocación mariana sigue siendo actual. El obispo ha participado en la festividad visitando la prisión de Valdemoro, junto los integrantes de la Pastoral Penitenciaria de la diócesis, entre los que se encontraba el delegado, Pablo Morata.
“Dios nunca se olvida de sus hijos, especialmente de los que sufren, de los que están privados de libertad, de los que sienten que les falta esperanza”, subrayó durante la celebración.
Dirigiéndose de manera especial a quienes viven entre los muros de la penitenciaría, recordó: “Vosotros sabéis bien lo que significa la palabra cautiverio. Aquí dentro se vive de manera muy real la experiencia de los muros, de las rejas, de los horarios impuestos. Pero también sabéis que existen otros cautiverios más duros: los del corazón. El egoísmo, la soledad, la rabia, la desesperanza… esas son cadenas más pesadas que las de hierro”.
En este sentido, destacó la cercanía maternal de María: “Ahí es donde la Virgen de la Merced se acerca a cada uno, como madre, para decirnos: ‘Hijo, hija, no estás solo. Dios está contigo. Y yo, como madre, camino a tu lado’”.
La liturgia del día ofreció el pasaje de la Visitación donde María sale de prisa a servir a su prima Isabel. “María no se queda en su casa, aislada, con miedo. María sale, se acerca, lleva la alegría y la presencia de Jesús en su seno. Esto es lo que hace también con nosotros: María viene a visitarnos incluso aquí, a esta cárcel, para traer a su Hijo y llenar nuestra vida de esperanza”.
El obispo presentó a la Virgen de la Merced como “Madre de la libertad”. Recordó que, aunque las rejas marquen los días, la verdadera libertad es interior: “Aunque las puertas de esta prisión estén cerradas, nadie puede encerrar el corazón si uno se abre a Dios. Podéis estar privados de libertad exterior, pero nadie puede quitaros la libertad interior que da el amor de Cristo”.
“Dios cree en vosotros. Aunque a veces la sociedad os mire solo por vuestros errores, para Dios sois sus hijos amados, valiosos, capaces de levantarse, de empezar de nuevo. El Evangelio no nos llama a vivir mirando al pasado con tristeza, sino a mirar al futuro con esperanza. Y María, como madre, nos recuerda que siempre se puede volver a empezar”.
Además, invitó a pedir tres dones a la Virgen:
- Esperanza: "que nunca nos falte la confianza en que Dios puede hacer nuevas todas las cosas, incluso en medio de las dificultades”.
- Perdón: "que aprendamos a perdonar a los demás y también a nosotros mismos, porque Dios no se cansa nunca de perdonar”.
- Libertad interior: "que nada ni nadie nos robe la paz, que sepamos ser libres por dentro aunque estemos entre muros”.
Antes de concluir, les pidió confiar en su patrona: “Queridos hermanos, María de la Merced os abraza hoy con ternura. Ella es madre que no se olvida, madre que abre caminos, madre que acompaña siempre. Confiad en Ella. Y si algún día sentís que la esperanza flaquea, recordad sus palabras en Caná: ‘Haced lo que Él os diga’. Es decir, confiad en Jesús, seguid sus pasos, dejad que Él sea vuestro amigo y vuestra fuerza”.
“La última palabra nunca la tienen las cadenas, sino el amor de Dios, que libera y que salva”, finalizó Mons. José María Avendaño Perea.