
14/11/2025. Este domingo, 16 de noviembre, la Iglesia celebra la IX Jornada Mundial de los Pobres, una cita que invita a detenernos, mirar a nuestro alrededor y reconocer en los más vulnerables “el rostro de Cristo”. En su mensaje de este año, el Papa León XIV recuerda las palabras del salmo: “Tú, Señor, eres mi esperanza”, y subraya que los pobres “no son objetos de caridad, sino hermanos y hermanas queridos, cuyas vidas nos ponen en contacto con la verdad del Evangelio”.
Con este espíritu, la diócesis se acerca a la realidad de la pobreza a través del Centro San Vicente de Paúl para personas sin hogar en Aranjuez, donde trabaja como psicóloga Marta Díez.
Con relación a esta jornada de la Iglesia Marta destaca que “esta fecha nos impulsa a dar a conocer nuestro trabajo y los principios que sostienen lo que hacemos cada día”.
El centro, cuenta con 20 plazas para hombres de entre 18 y 65 años “cuyo perfil muy variado: jóvenes sin experiencia o formación, adultos con empleabilidad normal pero con circunstancias complejas, personas mayores que necesitan tramitar pensiones no contributivas, inmigrantes en situación irregular o en proceso de regularización, y personas con problemáticas de salud física o mental.
El acompañamiento psicológico, según Díez, se estructura en tres bloques: “El componente de contención emocional es fundamental, para que cada persona tome conciencia de su situación y descubra sus propias herramientas y potencial”; “el proceso pedagógico de reconstrucción del proyecto de vida, fomentando autonomía, responsabilidad y gestión del ahorro”; y “la comunicación, expresión y relación con los demás, imprescindible para integrarse en la sociedad”.
La acogida inicial, añade la psicóloga, es un momento clave: “Nuestra mirada debe recibir y acoger sin prejuicio y con esperanza y dignidad a la persona, venga como venga y aun sin conocer su historia”. La coordinación entre psicología, trabajo social, voluntariado y servicios municipales permite ofrecer una respuesta integral, con planes individualizados y seguimiento continuo: “Somos un recurso temporal, pero el profesional de referencia de cada persona sigue siendo el trabajador social del Ayuntamiento”.
El voluntariado también juega un papel importante, colaborando en la logística diaria y en talleres educativos, deportivos y culturales. “Son espacios de encuentro humano muy enriquecedores para ellos, en los que durante un rato no piensan en la complejidad de su situación”, señala Marta.
Un conjunto de heridas contra las que luchar
En cuanto a las heridas más frecuentes, la psicóloga explica: “Muchos comparten heridas de abandono, rechazo, injusticia o humillación, y también cargan con la culpa por el daño que han causado a sus familiares. Pero también hay quienes luchan por una vida mejor, saliendo del miedo y la inseguridad, confiando en que Dios tiene algo mejor para ellos”.
Marta Díez destaca que cada usuario es “un diamante en bruto, que aún no ha encontrado su lugar”, y agradece el trabajo de todo el equipo: “Estoy segura de que llegarán donde se lo propongan”. Sobre la implicación de la comunidad de Aranjuez, afirma: “Muchísima. Hay colaboración de vecinos, centros educativos, empresas y del propio Ayuntamiento. Todo esto nos permite ofrecer actividades que de otro modo serían imposibles”.
Finalmente, Marta deja un mensaje en esta Jornada Mundial de los Pobres: “Conozco a gente mucho más pobre de corazón que actúa sin principios, sin amor por los demás y por la vida, justo lo que estoy segura de que Dios no quiere para nadie. Animo a quien quiera conocer nuestro proyecto o colaborar con nosotros, que nos llame o venga a vernos”.
El Centro San Vicente de Paúl continúa siendo un espacio de esperanza y acompañamiento, donde quienes han perdido todo encuentran apoyo, orientación y una oportunidad para reconstruir sus vidas.
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