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18/11/2025. La Comunidad de Madrid cuenta hoy con 1,3 millones de personas en situación de exclusión social, casi una de cada cinco, según el último Informe FOESSA presentado en la mañana del martes 18 de noviembre.

Aunque la exclusión se ha reducido un 2,5 % respecto a 2021, la región no ha recuperado los niveles previos a la pandemia y acumula 230.000 personas más excluidas que en 2018.

A la presentación ha asistido el director de Cáritas diocesana de Getafe, Jesús Casares, quien ha valorado las cifras aportadas por el informe, advirtiendo del peligro de que la sociedad se acostumbre a estos datos: “Corremos el riesgo de normalizar la exclusión o de aceptar como inevitable un modelo de sociedad que está limitando las oportunidades de desarrollo de muchas personas”.

 

La vivienda, epicentro de la desigualdad

El informe — presentado por Raul Flores, técnico coordinador del mismo, y Carmen Polo, directiva de Cáritas Madrid— sitúa la vivienda como el principal factor de exclusión, afectando al 23 % de la población madrileña.

Más de un millón de personas viven en viviendas inseguras o inadecuadas, inadecuadas o en condiciones de hacinamiento, y uno de cada seis hogares cae por debajo del umbral de pobreza severa tras pagar los gastos básicos.

Además, más de la mitad de los inquilinos destinan más del 30 % de su presupuesto al alquiler.

Ante esta situación, Casares insiste en la necesidad de “hacer un alto en el camino, sin dejarnos arrastrar por el ritmo acelerado de Madrid”, y reclamar un modelo de convivencia que ponga a la persona en el centro: “El bien común y el cuidado de la vida deben ser nuestras prioridades; no podemos quedarnos en el individualismo y las cuentas de resultados”.

 

La exclusión golpea más a la infancia, a los migrantes y a los hogares encabezados por mujeres.

Los datos de FOESSA muestran que la exclusión se concentra en colectivos muy concretos: un 27 % de los menores de 18 años está en exclusión (el triple que los mayores de 65); un 45 % de las personas migrantes se encuentra en exclusión, tres veces más que la población española, y en los hogares monoparentales —el 85 % encabezados por mujeres— que alcanzan una tasa del 39,9 %.

“Cada necesitado, cada excluido tiene nombre y tiene una vida con la misma dignidad que la nuestra”, recuerda Casares, subrayando que los datos deben mover a la acción y no al desánimo.

 

El empleo ya no garantiza la inclusión

Aunque Madrid es la región en la que más ha crecido el empleo desde 2018, dato positivo, el estudio evidencia que tener trabajo no basta para salir de la exclusión.

Los salarios estancados, la temporalidad y el coste de la vivienda provocan que el 11 % de los hogares viva algún tipo de exclusión vinculada al empleo.

 

Poner rostro a la pobreza y asumir juntos la responsabilidad

En la exposición de los datos del informe se ha hecho una llamada a la corresponsabilidad —agentes sociales implicados e instituciones— para provocar un cambio de la sociedad hacia un futuro más inclusivo, ecológico e intregrador donde prime la búsqueda del bien común.

Como ejemplo de "rostro" en la rueda de prensa ha intervenido Estephanie, joven profesional de banca, madre de cuatro hijos pequeños, casada, que emigró desde Perú a España en busca de una oportunidad.

"La encontré en Cáritas, donde por primera vez vi que había gente buena que me ayudaba y que no me pedía nada a cambio. Dios, y ellos me ayudaron a encontrar un lugar mejor para vivir", contaba después de vivir junto a su familia en una habitación, sin aire acondicionado, en pleno verano en Madrid, por la que pagaba 800 euros.

Ante esta situación el director de Cáritas ha expresado que todos "tenemos que plantearnos muchas preguntas, de cuya respuesta dependerá nuestro futuro como sociedad: qué sociedad y qué futuro estamos construyendo, qué herencia dejaremos a la infancia y a los jóvenes”.

El informe FOESSA y, en concreto Cáritas diocesana de Getafe, reclaman políticas a largo plazo en vivienda, salud mental, empleo digno, apoyo a la infancia, refuerzo de servicios públicos y una renovación profunda del sistema de garantía de ingresos, teniendo en cuenta que el IMV solo llega al 42 % de quienes están en pobreza severa y que la RMI en Madrid ha caído a mínimos históricos.

 

“No podemos acostumbrarnos”

El informe Foessa hace una llamada a no mirar hacia otro lado: “No podemos acostumbrarnos a ver la exclusión sin que nos afecte. Este informe nos muestra una realidad que nos debe interpelar como sociedad”.

 

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