
18/12/2025. El Papa León XIV ha autorizado el reconocimiento del martirio de 11 personas: nueve seminaristas; un sacerdote, tío de uno de ellos, y un laico, padre de otro. Cuatro de ellos tienen vinculación con la diócesis de Getafe.
En la España del siglo XX, más de 4.000 sacerdotes y seminaristas diocesanos —además de 3.000 religiosos y decenas de miles de laicos— dieron su vida por amor a Jesucristo y a su Iglesia. Entre ellos se cuentan los nueve seminaristas y sus dos familiares martirizados en Madrid entre 1936 y 1937. Su causa de canonización se abrió en 2010 y cuatro años después pasó a la fase romana.
Los que tienen vinculación con la diócesis de Getafe son:
- Miguel Talavera Sevilla (nacido en Boadilla del Monte)
- Ángel Trapero-Sánchez Real (nacido en Navalcarnero)
- Julio Pardo Pernía (capellán en Ciempozuelos)
- Pablo Chomón Pardo (asesinado en Valdemoro)
Los hechos
El 18 de julio de 1936, sábado, se celebraba en el Seminario Conciliar de Madrid un retiro para los seminaristas. La actividad formativa normal había sido suspendida por las circunstancias y la mayoría se había ido a sus casas de vacaciones.
Predicaba el retiro el párroco de San Sebastián, de Carabanchel Bajo, Hermógenes Vicente, que también iba a ser mártir. Le acompañaban el rector, Rafael García Tuñón; el director espiritual del Seminario, José María García Lahiguera; y el director espiritual del seminario menor, Hermenegildo López. Aunque no haya datos concluyentes, se presume que, por el hecho de vivir en el centro de Madrid, en el retiro estaban el propio Aláez, Antonio Moralejo, Cástor o Jesús Sánchez.
Mientras están comiendo, un grupo de milicianos armados asaltan el edificio. El portero avisa a los ejercitantes, quienes acuden a la capilla para consumir las sagradas formas y, vestidos de paisano, huyen por la puerta de la huerta.
A partir de entonces, los 215 jóvenes seminaristas sufrirán a su manera la persecución y el martirio. Quedan unidos al seminario tan solo por los archivos en los que constan sus expedientes con sus direcciones, que son utilizados para localizarlos y darles muerte.
El seminario queda clausurado y en sus instalaciones se instala una checa y después una cárcel. La mayoría de los mártires de esta causa mueren entre septiembre y noviembre de 1936, a excepción de Cástor Zarco, que fue llamado a filas y murió un año después delatado como seminarista por un compañero.