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Tras la muerte del papa emérito Benedicto XVI son muchos los recuerdos que sacerdotes y feligreses de la Diócesis de Getafe han dejado aflorar estos días y que llegan hasta nuestra redacción. 

Uno de ellos es el que ha querido compartir el rector del Seminario Menor 'Inmaculada y San Dámaso' de Rozas de Puerto Real, Miguel Díaz Sierra, quien se encontró con el Papa en el año 2007 en Castel Gandolfo, cuando participaba en la peregrinación de jóvenes a Roma, y justo cuando había decidido entrar en el Seminario.

Díaz Sierra relata que el Señor le concedió la oportunidad, única e inolvidable, de saludarle personalmente y hablarle de su llamada al sacerdocio.

“Cuando llegó mi turno, al besar su mano, me atreví a decirle que en septiembre entraba al Seminario. Fue ahí, cuando él parándose delante de mí y poniendo una cara de gran alegría, agarrándome con sus dos manos me dio las gracias por aquel paso generoso y a continuación me dijo ‘rezo por ti cada día’” recuerda emocionado.

Esa no fue la única vez que el rector del Seminario Menor se encontró con Benedicto XVI. Pocos años después en la JMJ en Madrid, en el año 2011, tuvo la oportunidad de acolitar en dos celebraciones junto a él y constatar que el santo padre aún le recordaba y seguía rezando por su vocación. 

 

Testimonio 

"En el año 2007 la providencia hizo que pudiese servir a mi Diócesis en la peregrinación de jóvenes a Roma con motivo de la misión joven que se realizó en la Provincia Eclesiástica de Madrid (Madrid, Getafe y Alcalá) ese año. Como culminación de esa aventura teníamos previsto un encuentro con el Papa Benedicto XVI en Castel Gandolfo.

Desde aquel balcón habló palabras bellísimas a los miles de jóvenes que allí nos congregamos, y fue al final de esa alocución cuando tuve la oportunidad, maravillosa oportunidad, de saludar personalmente al Papa.

Para mí ese verano era muy especial, después de un año discerniendo la llamada vocacional, había decidido entrar al seminario en septiembre.

Fue en ese encuentro con Benedicto XVI, entre la emoción del momento, cuando al acercarse el Papa en la inmensa fila que había de saludos me lancé a hablar con él en lo que solamente era un saludo protocolario.

Cuando llegó mi turno, al besar su mano, me atreví a decirle que en septiembre entraba al Seminario. Fue ahí, cuando él parándose delante de mí y poniendo una cara de gran alegría, agarrándome con sus dos manos me dio las gracias por aquel paso generoso y a continuación me dijo "rezo por ti cada día". Como podréis imaginar la alegría de ese momento era increíble, y no podía dejar de dar gracias a Dios, el Papa iba a rezar por mí cada día.

Fue cuatro años después, cuando de nuevo la providencia hizo que me tocase acolitar con él en la JMJ de Madrid en dos de las celebraciones, en la misa de seminaristas y sacerdotes en la Catedral de la Almudena y en la Vigilia de Cuatro Vientos ante semejante tormenta.

Al poder volver a saludarle personalmente en la sacristía de la Almudena le entregué la foto que nos habían hecho en 2007 escrita por detrás, en ella le recordaba las palabras que me había dicho en aquel verano, ya estaba en quinto curso y le pedía que rezase por mí para que fuese un santo sacerdote. Pensé que sería un regalo más de todos aquellos que le dieron.

Al llegar en septiembre al seminario para empezar el nuevo curso tenía una carta de la Santa sede esperándome. El Papa había contestado a mi escrito, no se había olvidado de rezar por mí, palabras bellísimas que quedarán entre Dios y yo, en mi corazón para siempre. Benedicto XVI el servidor de nuestra gran alegría que es Cristo. Estoy convencido que seguirá hablando a Dios de nosotros, pero ahora desde el cielo".