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21/05/2024. El obispo D. Ginés García Beltrán presidió en la tarde de 18 de mayo la Vigilia de Pentecostés en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles.

Estuvo acompañado por el vicario episcopal de Apostolado Seglar, Jaime Bertodano, el vicario episcopal para la Vida Consagrada, Ramón García Saavedra, el rector y formadores del Seminario y algunos delegados y sacerdotes.

También estuvo presente el coro del Seminario y las hermanas del Instituto Mater Dei, y consagradas que con sus voces embellecieron musicalmente la ceremonia.

La celebración comenzó con la monición ambiental del delegado de Apostolado Seglar, José Fernández Crespo, quien es el día en el que la Iglesia española celebra el día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica bajo el lema este año de “Laicos por vocación, llamados a la misión”.

“Comenzamos esta Vigilia de Pentecostés, donde el Espíritu, recibido por el Señor, marca el nacimiento de la Iglesia. Frente al miedo provocado por la muerte y la persecución de este tiempo, con signos de dolor y guerra en medio del mundo y a veces de división entre nosotros en la propia Iglesia, el Espíritu del Resucitado abre los caminos de la libertad y la gracia. Todos somos llamados a la libertad en medio del mundo para construir un reino de verdad, justicia y amor” destacó.

En su homilía D. Gines también destacó la llamada a evangelizar de todo el pueblo de Dios “y de los laicos, en un día en el que hemos celebrado la Jornada de Apostolado Seglar” señaló refiriéndose al encuentro celebrado en Alcorcón durante la mañana.

El prelado diocesano insistió en la fuerza del Espíritu Santo “la tarea de la Iglesia, y de los laicos es descubrir que el Espíritu está presente en la Iglesia y en el mundo”.

“En nuestra sociedad actual, en la que parece que el Espíritu Santo no estuviera -continuó- hay tentaciones muy fuertes de derrota, de pensar que estamos en una época postcristiana, pero el Espíritu dentro de nosotros está gimiendo, pidiéndonos que seamos testigos de Jesús resucitado en la Iglesia y en el mundo”.

“Estamos llamados a transformar el mundo, porque hemos sido salvados en la esperanza. Y la Iglesia a cada uno nos pide ser una Iglesia misionera, evangelizadora, humilde y audaz, ilusionada para predicar el Evangelio a toda la creación” añadió.

“Hay muchos corazones que están esperando que alguien les hable de Jesús, y ese alguien somos nosotros, eres tú, somos todo el pueblo de Dios” remarcó el obispo, encomendando esta tarea a la Virgen santísima.