Hola amigos: es tiempo de misericordia, ¿Sabían que “Las obras de misericordia son el corazón de nuestra fe”?. Así lo afirma el Papa Francisco quien nos advierte que es necesario estar atentos ante la mundanidad que nos aleja de Dios.

Debemos “Permanecer en Dios” que es el estilo de la vida cristiana. Porque un cristiano es el que permanece en Dios, el que tiene en sí al Espíritu Santo y se deja guiar por Él.

La mundanidad es precisamente el espíritu que nos aleja del Espíritu de Dios, que nos hace permanecer en el Señor. Por tanto, ¿Cuál es el criterio para hacer un discernimiento correcto acerca de lo que sucede en mi vida.

El Apóstol Juan da uno solo: “Todo espíritu que reconoce a Jesucristo que vino en la carne, es de Dios, y todo espíritu que no reconoce a Jesús, no es de Dios. Este es el mandamiento de Dios: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos recíprocamente”.

Podemos hacer tantos planes pastorales e imaginar nuevos métodos para acercarnos a la gente, pero si no seguimos el camino de Dios, del Hijo de Dios que se ha hecho hombre para caminar con nosotros, no estamos en el camino del buen espíritu: es el camino del anticristo, de la mundanidad, el espíritu del mundo.

Cuánta gente encontramos en la vida que parece espiritual: “Pero, ¡qué persona espiritual, ésta!”; pero no le hables de hacer obras de misericordia. ¿Por qué? Porque las obras de misericordia son precisamente lo concreto de nuestra fe: visitar a los enfermos, dar de comer a quien no tiene comida, cuidar a los descartados… Obras de misericordia: ¿por qué? Porque cada hermano nuestro, que debemos amar, es carne de Cristo. Dios se ha hecho carne para identificarse con nosotros. Y con el que sufre, es Cristo quien lo sufre.

El servicio al prójimo, al hermano que tiene necesidad, que tiene necesidad incluso de un consejo, de ser escuchado, estos son los signos de que vamos por el camino del buen espíritu, el camino del Verbo de Dios que se ha hecho carne.

Pidamos al Señor hoy la gracia de conocer bien qué cosa sucede en nuestro corazón, qué cosa nos gusta hacer, es decir, lo que a mí me toca más: si el espíritu de Dios, que me lleva al servicio de los demás, o el espíritu del mundo que gira en torno a mí mismo, a mis cerrazones, a mis egoísmos, a tantas cosas… Vivamos las obras de misericordia, porque ellas son el corazón de nuestra fe.

Es tiempo de misericordia, ¿te atreves a recibirla y a ofrecerla? ¡Jesús Misericordioso te bendiga y la Virgen Santa te cuide! Amén.