El pasado martes 19 de Septiembre fue admitido a trámite en el Congreso de los Diputados un proyecto de Ley contra la discriminación por orientación sexual, presentada por el grupo parlamentario Unidos-Podemos. La proposición de Ley fue admitida con 202 votos a favor, 124 abstenciones (las del grupo Popular) y dos votos negativos.
La organización internacional de juristas “Alianza para la defensa de la libertad” (ADF), especializada en la defensa de la familia y de la libertad religiosa, ha presentado un informe jurídico sobre este proyecto de Ley, que concluye diciendo: “Recomendamos encarecidamente al Parlamento español votar en contra de esta Ley” Esta organización que tiene carácter consultivo en Naciones Unidas y acreditación en el Parlamento Europeo y en otras importantes organizaciones internacionales dice que, aunque el fin de la Ley, que es el de acabar con la discriminación por orientación sexual, es loable, sin embargo su contenido es inadmisible por lo que supone de violación de derechos fundamentales, tales como la presunción de inocencia, el derecho de los padres a ser los primeros educadores de sus hijos y, sobre todo la violación de la libertad de expresión. Dice el informe que este proyecto de Ley invade de forma indebidamente amplia áreas que la Unión Europea ha encontrado demasiado controvertidas para legislar sobre ellas.
No cabe duda de que este proyecto de Ley es un paso más para introducir la llamada “ideología de género”, de forma coactiva en nuestras instituciones educativas, sanitarias y culturales. La “ideología de género” es hoy una especie de religión laica con dogmas, sanciones, censura y tribunales, que se quiere imponer como modelo de educación sin respetar el derecho de los padres a educar a sus hijos sobre la base sus propias convicciones y principios.
Pero, ¿Qué es la ideología de género?. Se puede decir que el núcleo fundamental de esta ideología es el “dogma” pseudocientífico según el cual el ser humano nace sexualmente neutro. Hay –sostienen- una absoluta separación entre sexo y género. El género no tendría ninguna base biológica: sería una mera construcción cultural. Desde esta perspectiva la identidad sexual y los roles que las personas de uno y otro sexo desempeñan en la sociedad son productos culturales, sin base alguna en la naturaleza. Cada uno puede optar en cada una de las situaciones de su vida por el género que desee, independientemente de su corporeidad masculina o femenina. En consecuencia “hombre” y “masculino” podrían designar tanto un cuerpo masculino como femenino; y “mujer” y “femenino” podrían señalar tanto un cuerpo masculino como femenino.
Para introducir esta ideología hemos asistido a una, muy bien estudiada manipulación del lenguaje, que ha propagado un modo de hablar que enmascara algunas de las verdades básicas de las relaciones humanas. Es lo que ha ocurrido con el término matrimonio, cuya significación se ha querido ampliar hasta incluir bajo esta denominación algunas formas de unión que nada tienen que ver con la realidad matrimonial.
De esos intentos de deformación lingüística forman parte, por señalar algunos, el empleo de forma casi exclusiva del término “pareja”, cuando se habla del matrimonio; la inclusión en el concepto “familia” de distintos “modos de convivencia”, mas o menos estables, como si existiese una especia de “familia a la carta” y el uso del vocablo “progenitores” en lugar de los de "padre" y “madre”
Creo que, ante lo que se nos viene encima, es fundamental que cuidemos mucho una buena formación, sobre todo los padres, educadores, y parlamentarios católicos, en este tema tan esencial de la verdad del amor humano y que, dentro de las normas que nos permite un estado democrático, levantemos nuestra voz y denunciemos este tipo de leyes que se sustentan en unos presupuestos ideológicos contrarios a la naturaleza misma del ser humano y que quebrantan derechos fundamentales que tenemos la obligación de promover y defender. Para todos, un saludo cordial y mi bendición.