Solemnidad de Todos los Santos

La Iglesia celebrará el viernes 1 de noviembre la solemnidad de Todos los Santos, en la que se recuerda y se celebra a los que gozan ya de la visión de Dios, la ‘Iglesia triunfante’, que no están canonizados de modo particular, ni aparecen individualmente en el martirologio romano ni tienen un día especial para su festividad.

Al mismo tiempo, esta fiesta es una invitación a renovar la llamada a la santidad de todo cristiano en la vida diaria, en el trabajo cotidiano y en las relaciones personales. Al día siguiente, el sábado 2 de noviembre, la Iglesia celebrará la conmemoración de los fieles difuntos.

Dado que en España es fiesta civil el 1 de noviembre, las tradicionales celebraciones en los cementerios se adelantan a esta jornada. Así, con la intercesión de todos los santos y en oración por todos los difuntos, el obispo de la Diócesis de Getafe, D. Ginés García Beltrán, presidirá una eucaristía a las 17.00 horas en el cementerio de Parla.

El obispo auxiliar, D. José Rico Pavés, hará lo propio a las 16.30 horas en el cementerio de Getafe.

Al día siguiente, el obispo auxiliar se trasladará al cementerio de Valdelaguna, donde celebrará una misa por los fieles difuntos a las 16.00 horas.

Conmemoración de los fieles difuntos

Esta fiesta responde a una larga tradición de fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que los que mueren en gracia y amistad de Dios, pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma. La Iglesia llama ‘Purgatorio’ a esa purificación. Forman la llamada ‘Iglesia purgante’.

La ‘Iglesia militante’ que camina en el mundo ofrece sufragios –oraciones Y sacrificios– por ellas.

Estos días se pone en ejercicio la parte final del Credo: “Creemos en la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna”.

Se puede obtener la indulgencia plenaria aplicable por los difuntos al visitar los cementerios, con las demás condiciones habituales: participar en la Eucaristía, recibir el sacramento de la confesión, orar por las intenciones del santo Padre y rechazar todo pecado.