TIEMPO DE ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA
 
El domingo 28 de noviembre comienza el Adviento, y con él un nuevo año litúrgico. Adviento procede del latín y viene de la expresión adventus Redemptoris o ‘Venida del Redentor’ es un tiempo de preparación para acoger a Cristo.
 

El tiempo de Adviento mira a la segunda venida de Cristo y hace memoria de su primera venida, cuando se despojó de su gloria divina para asumir nuestra carne mortal.
 
“El adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios… Es un tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta espera a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los tiempos” (Misal Romano, Nº 39).
 
En los dos primeros domingos de este tiempo en la liturgia aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.
En los dos domingos posteriores las lecturas se orientan más directamente a la preparación de la Navidad. Se invita a los fieles católicos a vivir con más alegría, dada la cercanía del cumplimiento de lo que Dios había prometido. Los evangelios de estos días preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús.
 
Los signos del Adviento: el color morado y la corona de Adviento.
 
En orden a hacer visible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no se reza o se canta el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio, etc, y se invita a los fieles a preparar en sus casas, al igual que aparece en el templo, la corona de Adviento.
Esta corona tiene forma circular, está realizada de ramas entrelazadas, con un lazo rojo y cuatro velas de diferente que se van encendiendo poco a poco, una cada semana.
 
Su forma circular, significa lo infinito que es el amor de Dios. Se hace con ramas verdes para referenciar dos conceptos esenciales de la fe cristiana: la esperanza y la vida eterna. Pero no solo las hojas de la corona se deben tener en cuenta, sino también el rojo de la cinta que la envuelve, simbolismo directo del amor y la pasión de Dios hacia los hombres.
 
Muchas veces la corona contiene elementos que también vale la pena analizar, siendo el más popular de ellos los frutos rojos, como las manzanas. En este caso, estos detalles simbolizan los frutos prohibidos del Edén y el origen del pecado por el que Dios llega para redimir a los hombres.
 
En cuanto a las velas de Adviento, las cuatro luces que se hacen más y más intensas a medida que se acerca la Navidad, simbolizan cada uno de los cuatro domingos de esta época.
Tres de las velas son de color morado, que es precisamente el color que utiliza el sacerdote en su vestimenta eclesiástica en las celebraciones del Adviento. Este color simboliza la penitencia, la espera y la espiritualidad, y se encienden los domingos primero, segundo y cuarto.
 
El domingo tercero se enciende una vela distinta, normalmente de color rosa, que simboliza la alegría ante la luz que ya se abre paso de la Navidad. Este tercer domingo se llama también domingo Gaudete o domingo de alegría.
En algunos lugares, los creyentes encienden un quinto cirio blanco la noche de Navidad y lo colocan en el centro de la Corona para simbolizar la llegada de Jesús.