sagradowebLa Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles, acogió el viernes 12 de junio la celebración de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, a la que asistieron los sacerdotes de la Diócesis y los fieles que quisieron acompañarles a lo largo del día.
La eucaristía de las 13.00 horas estuvo presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Joaquín María López de Andújar, y concelebrada por el Obispo auxiliar, D. José Rico, que posteriormente celebraría la misa de las 20.30 horas.
Como dijo D. Joaquín en la homilía, en el día del Sagrado Corazón se conmemora a “un Dios que se conmueve y derrama su amor a la humanidad”.
El Corazón de Jesús “es la sede de su voluntad y de sus sentimientos, que no se rinde ante la ingratitud”, y su prueba se encuentra en la cruz, en la que ha dado su vida por nosotros, “amándonos hasta el extremo”; un corazón que es también “amor que da vida, que va más allá de la muerte, pero que ha sido atravesado por una lanza”.
En la oración colecta de la misa del Corazón de Jesús se pide a Dios que, al recordar los beneficios de su amor hacia nosotros, podamos recibir la Gracia que emana del corazón de su Hijo. De ese corazón traspasado de Cristo muerto en la cruz brotan el agua y la sangre, dando comienzo a la Iglesia y a los sacramentos, “para confiar en Él y hacer de nosotros un don del amor sin reservas”.
Pero todo este amor de Jesucristo con el que Dios nos ha bendecido necesita de intermediarios “que se dejen conquistar por Cristo, como lo hizo San Pablo. Porque sólo así haremos de Cristo el corazón del mundo: su designio”.
En la celebración estaban presentes algunos de los curas que este año celebran sus bodas de oro y plata sacerdotales. En el primer grupo se encuentran D. José Fernández Abad, D. Miguel González González, D. Ricardo Zabaleta Aramendia y D. Primitivo Matías González y en el segundo, D. Francisco Javier Sánchez González, D. Antonio Soler Areta, y D. Luis Manuel Vallecillos.
D. Ramón Saa, Diácono Permanente de la Diócesis también cumplía 25 años de servicio, y fue homenajeado junto con los sacerdotes, con la imposición de medallas bendecidas, que recibieron de manos del Obispo.
Amar es un concepto que tiene que estar muy presente en el ejercicio del ministerio y en la vida de los sacerdotes, para lo que se exige de ellos “una vida santa”. D. Joaquín recalcó la importancia de que la Iglesia “tenga sacerdotes santos”.
“Nada hace sufrir más a Cristo que nuestros pecados, principalmente los de los sacerdotes.  Por ello, es vital la confesión frecuente”, dijo, para que los sacerdotes puedan revelar a través del corazón de Jesús ese amor que les permita ser guías firmes de la misericordia de Dios.