saneladioeleganesweb La Delegación diocesana de Pastoral Obrera celebró el pasado 28 de abril una eucaristía en la Parroquia San Eladio, en Leganés, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo y del 1º de mayo, fiesta de San José Obrero.
La eucaristía estuvo animada por el equipo de Pastoral Obrera de la Parroquia, fue presidida por el vicario general, D. José María Avendaño Perea, y concelebrada por seis sacerdotes.
D. José María recordó a los asistentes que Jesucristo resucitado es nuestra verdadera fuerza y el fundamento de nuestras  vidas y que, si permanecemos en Él, percibiremos el mundo de otra manera. Animó a continuar en la misión de llevar a Jesucristo al mundo obrero como una concreción de su amor en nuestra realidad de cada día.
“Hoy debemos poner rostros de ese amor, el de tantas personas que sufren injusticia, paro, precariedad en ese mundo obrero. El trabajo genera vida digna. Pidamos al Padre su luz y su fuerza para que la persona sea tenida en cuenta por encima de criterios económicos, porque tenemos derecho a un trabajo digno que garantice la vida de las familias”, dijo.
Terminó recordando que no podemos dar solución al paro, pero sí acompañar las vidas de las personas que lo sufren.
Los jóvenes del grupo júnior presentaron como símbolo tres ladrillos ya usados: uno, que representa al obrero, una persona con dedicación, para recordar tanto al trabajador remunerado como al que no: el parado, el ama de casa, el que cuida a sus familiares o incluso el que lo hace de manera voluntaria… en definitiva, todas personas comprometidas con lo que hacen.
Otro ladrillo representaba el esfuerzo, pensando en aquellas personas que tiene que salir fuera a buscar trabajo dejando a sus familias, pensando en aquéllos que trabajan muchas horas para salir adelante, los que tienen que trabajar para vivir y no tanto vivir para trabajar.
El último ladrillo representa el construir. A pesar de la precariedad laboral que se sufre por la alta tasa de paro, por las malas condiciones laborales, por la poca preocupación de las empresas por la seguridad de los trabajadores, con él querían representar que seguimos peleando y luchando por defender nuestros derechos como obreros y trabajadores, y así construir una sociedad más justa e igualitaria para todos.
Ofrecieron también el pan y el vino, símbolo del Jesús obrero, trabajador por los más necesitados, y en el que creen y confían, y por el que luchan para construir un mundo más justo.
La eucaristía terminó con la acción de gracias al Padre y con la lectura del manifiesto elaborado por la Delegación de Pastoral Obrera.