elpilarvaldemoroweb La Parroquia Nuestra Señora del Pilar festejó el 12 de octubre de manera especial, al coincidir el día de su patrona con la conmemoración del quinto aniversario de la consagración del templo.
Los feligreses de Nuestra Señora del Pilar, patrona de la Benemérita, celebraron con toda la Iglesia en España a la titular del templo, que diariamente recibe la visita de muchas personas que quieren presentarle sus intenciones, deseos y sufrimientos, entre ellas numerosos guardias civiles que forman parte de la comunidad parroquial.
Todos ellos celebraron el aniversario de la consagración del templo parroquial, motivo de especial alegría. Hace ya cinco años que se entregó a Dios y se abrió este templo, cargado de belleza y verdadera catequesis.
Su alta torre es testimonio del amor a Dios de tantos como lo han hecho posible, de la generosidad de quienes poco a poco hacen frente a los pagos, de la confianza de quienes se embarcaron en esta aventura, seguros de que Dios proveería, y, sobre todo, del inmenso amor del Señor, que ha querido acampar entre nosotros.
La solemne eucaristía de acción de gracias estuvo presidida por D. José María Avendaño, vicario general de la Diócesis. “He venido a compartir vuestro ambiente de fe”, señaló en la predicación.
En los días previos la Parroquia convocó a todos los fieles a participar del triduo en honor a la Virgen. Los niños y los jóvenes fueron los primeros invitados y, con la ofrenda floral a María, se les educó en el amor tierno y confiado a su Madre.
También los enfermos se acercaron a presentar sus sufrimientos y unirlos a los dolores redentores de la Virgen al pie de la Cruz.
En la eucaristía del segundo día del triduo recibieron el sacramento de la unción de enfermos. También recordaron de forma especial a los difuntos, por quienes se ofreció  la santa misa.
Ya en la víspera del Pilar, las familias acudieron a la celebración para renovar su consagración a la Virgen, pidiendo que sus casas sean reflejo del hogar de Nazaret.
Después de la eucaristía acompañaron en procesión a la imagen por las calles del barrio, rezando el Rosario y queriendo acercar a María a tantos hijos suyos que viven lejos de la fe.