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La Parroquia Santo Cristo de la Misericordia (Boadilla del Monte) acogió el lunes 14 de noviembre un precioso encuentro de peregrinos movidos por la fe y el amor a Jesús y a la tierra que le vió nacer, morir y resucitar. El motivo fue la llegada a España del nuevo custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, acompañado de fray Marcelo Cichinelli, encargado de la parte de habla hispana y portuguesa de la Custodia. La iglesia se llenó hasta el último banco para escuchar las palabras de fray Francesco, que abrieron la mente y el corazón de los presentes al conocimiento y a las necesidades de la Custodia, que cuenta ya con más de 800 años de historia de misión franciscana en el cuidado de los lugares santos.

Fray Francesco relató cómo la Custodia se extiende hoy por un inmenso territorio que comprende Israel, Palestina, Jordania, Líbano, Siria, Chipre y Egipto, en una misión ampliamente internacional, llevada a cabo por cerca de 250 frailes franciscanos de 40 países diferentes, que intentan vivir según la enseñanza de San Francisco: la relación con Dios a través de la oración, la vida fraterna y el servicio a la Iglesia y a las personas. Sus principales compromisos de acción hoy se desarrollan en aspectos fundamentales. El primero es la promoción del diálogo interreligioso y ecuménico entre las diferentes religiones y confesiones cristianas presentes en Tierra Santa; y no tanto un diálogo entre Estados, sino entre personas y sobre la vida cotidiana, un gesto fundamental para la consecución de la paz en aquel complejo territorio. En segundo lugar, el cuidado de los cerca de 50 santuarios presentes en los lugares santos.

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En ellos, los franciscanos luchan para que sigan siendo “experiencias de fe” para los peregrinos de todo el mundo, lo que el papa Pablo VI llamó “el quinto Evangelio”, la palabra de Dios viva y encarnada en un trozo de tierra. Los custodios intentan que se pueda ver y tocar el Evangelio, que los lugares santos no se conviertan en museos de arqueología, ni caigan en manos no cristianas, y que sean, al mismo tiempo, centros de prosperidad que proporcionen trabajo digno y honrado a las comunidades que viven en su entorno. El servicio y el cuidado pastoral a cerca de 25 parroquias de rito cristiano latino es otro de sus compromisos. Son parroquias sostenidas por comunidades cristianas desde hace ya 2.000 años y que son “auténtica levadura” del cristianismo en el mundo.

 

También destaca su labor en el campo educativo, pues tienen a cerca de 10.000 alumnos, en 14 escuelas mixtas, en las que niños cristianos y musulmanes oran, estudian y trabajan juntos, haciendo realidad el diálogo interreligioso y la paz, así como diferentes centros de estudios teológicos, bíblicos o de música. La labor de la Custodia brilla igualmente en la obra social, centrada en poner a disposición de los cristianos –especialmente en Jerusalén y en Belén– casas en alquiler a precios simbólicos que les animen a no marcharse, a pesar de las dificultades y presiones que sufren para que abandonen su tierra. Fray Francesco terminó su charla exponiendo la singular importancia que Siria tiene en la historia de la Custodia de Tierra Santa y la gravísima situación en que viven allí los cristianos hoy, como consecuencia de la guerra. Los franciscanos ayudan a los cristianos sirios a no perder la esperanza. "Lo han perdido todo, pero lo único que se niegan a perder es su fe", dijo fray Francesco. Los custodios ayudan a sobrevivir en un entorno bélico, en el que ya son habituales los bombardeos sobre iglesias, los lugares santos vacíos de peregrinos y los hoteles convertidos en centros de asilo a refugiados.

Los franciscanos no miran la confesión religiosa cuando se trata de ayudar a las familias a subsistir en la guerra: cristianos y musulmanes son, por igual, sus hermanos necesitados. Y por ello nos animan a seguir su ejemplo de hermandad y servicio y a orar sin descanso por la paz y ayudar, de manera efectiva, en todo cuanto podamos. En el turno de preguntas que siguió a la charla, fray Francesco confesó la decepción que causa en los cristianos de Oriente la insensibilidad ante su dramática situación de sus hermanos de Occidente, a los que definen como "dormidos" en esta sociedad del psicoanálisis y del selfie, en la que todo el mundo se mira a sí mismo y sus propios problemas. También se quejó del poco coraje de los cristianos de Europa en demostrar su fe, en palabras y obras, y pidió que seamos profetas que "gritan en el desierto, pero gritan”. Mantener Tierra Santa viva, como tierra de Jesús, exige que los cristianos de todo el mundo sigamos peregrinando allí al encuentro del Evangelio. Con ese espíritu nos dejó la visita del custodio, fray Francesco Patton. ¡Gracias por su venida!