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El obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, presidió el pasado sábado 20 de febrero un retiro de Cuaresma al que asistieron una treintena de miembros de Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Getafe.

En el encuentro, que se celebró en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles, participaron también el vicario episcopal de Apostolado Seglar, Jaime Bertodano; el delegado de Hermandades y Cofradías, Pedro Chaparro; el arcipreste de Navalcarnero, Fernando Barrón, y el vicario parroquial de la Asunción en Chinchón, José Manuel García- Plaza.

El prelado diocesano dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los sacerdotes y fieles asistentes invitándoles a celebrar el tiempo litúrgico de la Cuaresma “como un tiempo de gracia que se nos regala para preparar la Pascua”.

Y en relación a la labor que tradicionalmente realizan las Hermandades y Cofradías en esta época señaló: “La fe popular lo ha entendido muy bien y ha introducido elementos muy valiosos en la vida de la Iglesia que han hecho más significativos los gestos sacramentales y litúrgicos –las oraciones, los vía crucis, las devociones, los cantos, las mismas procesiones o estaciones de penitencia-“.

Además, el obispo hizo alusión a las circunstancias especiales marcadas por la pandemia del coronavirus y anunció la suspensión de las celebraciones en la vía pública, pero, insistió en que “viviremos del mismo modo con profundidad lo que celebramos en este tiempo santo”.

“El corazón es rico para hacer presente en nuestra vida los misterios de la fe, y para mantenernos en la esperanza que cuando acabe esta pandemia volveremos a llevar la fe a la calle, a evangelizar a los que están alejados o son indiferentes a esa fe”, explicó D. Ginés.

El obispo dirigió la meditación fijando la mirada en cuatro personajes de la pasión.

“He querido que sean personajes de reparto, en el lenguaje cofrade, personajes de paso de misterio, a lo que uniré cuatro sentimientos de Cristo. Os invito a entrar en la pasión con los sentidos que reproduce el corazón” explicó D. Ginés. 

El obispo fue desgranando los pasajes en los que se menciona al Cireneo; a la mujer de Pilatos, Claudia Prócula; a la Verónica y al buen ladrón, Dimas, y los sentimientos de Jesús hacia cada uno de ellos.

“Se trata de mirar y contemplar desde el corazón del Señor su entrega, su generosidad, su amor hasta el extremo, reconocer que todo esto lo hace por ti, por nosotros” subrayó el prelado.

Para concluir, D. Ginés hizo referencia a las palabras del monje cisterciense, André Louf, meditando la estación del Vía Crucis en la que contemplamos a María con el discípulo Amado al pie de la cruz:

“Alrededor de la cruz, gritos de odio; al pie de la cruz, presencias de amor. Está allí, firme, la madre de Jesús. Con ella otras mujeres, unidas en el amor en torno al moribundo. Cerca, el discípulo amado, nadie más. Sólo el amor ha sabido superar todos los obstáculos, sólo el amor ha perseverado hasta al final, sólo el amor engendra otro amor. 

Y allí, al pie de la cruz, nace una nueva comunidad; allí, en el lugar de la muerte, surge un nuevo espacio de vida: María acoge al discípulo como hijo, el discípulo amado acoge a María como madre. «La tomó consigo entre sus cosas más queridas» (Jn 19,27), tesoro inalienable del cual se hizo custodio. Sólo el amor puede custodiar el amor, sólo el amor es más fuerte que la muerte (cf. Ct 8,6)” (Vía Crucis Roma, Viernes Santo 2004)”.

Después de la intervención del obispo hubo un tiempo para la adoración del Santísimo.

La mañana terminó con la celebración de la eucaristía presidida por D. Ginés García Beltrán y concelebrada por el vicario episcopal de Apostolado Seglar, Jaime Bertodano.

En el retiro se respetaron todas las medidas de higiene marcadas por Sanidad en cuanto a distancia de seguridad y uso obligatorio de mascarilla y gel desinfectante.