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La joven cooperante de Médicos sin Fronteras, María Hernández Matas, asesinada el pasado 25 de junio en Etiopía, era vecina del municipio de Alcorcón y feligresa de la Parroquia Nuestra Señora de la Saleta desde el año 1995.

Hernández falleció en un ataque al vehículo en el que viajaba en la región de Tigray mientras desempeñaba su tarea humanitaria. Junto a ella murieron dos de sus compañeros: Yohannes Halefom Reda y Tedros Gebremariam, ambos de 31 años y de nacionalidad etíope.

El que fuera su párroco en Nuestra Señora de la Saleta, Fernando Ramírez Puig, destaca de la joven cooperante que era “un ejemplo de entrega desinteresada en favor de sus hermanos”.

“Una persona que transmitía alegría a los demás, un ejemplo de que, frente a la barbarie, hay personas que dan su vida por los  demás. Que el hombre, como Hijo de Dios es hermano de los demás hombres” subraya este sacerdote.

“Gracias María por tu entrega. Gracias Señor por su vida, un abrazo a su familia y compañeros” añade.

Desde 2015, María trabajaba en ayuda humanitaria, en Médicos Sin Fronteras. Empezó ayudando en República Centroafricana y tras ello, estuvo de voluntaria en Yemen, Sudán del Sur, México y Nigeria. Actualmente, ejercía como coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras.

Antes de enrolarse a Médicos Sin Fronteras, la joven había trabajado de voluntaria en otras muchas organizaciones, y  en otros países, como India y Togo.