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El vicario episcopal para la Evangelización y la Transmisión de la fe presidió el pasado domingo 28 de noviembre -primer domingo de Adviento-, el rito de entrada al Catecumenado de primer grado, en el que participaron un grupo de 18 niños y dos adolescentes, acompañados de sus padres, familiares, catequistas, amigos y sacerdotes de sus parroquias.

La celebración de marcado carácter festivo y solemne tuvo lugar en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles, y estuvo cargada de momentos muy emocionantes.

“El corazón de cada uno se fue llenando de agradecimiento al Señor, por ellos y por sus familias” relata Úbeda. 

Uno de los momentos reseñables fue el de las respuestas de los pequeños a la pregunta que el  vicario para la Evangelización les formuló “¿Qué queréis hacer?, y a la que cada uno contestó espontáneamente y con sencillez: “quiero ser cristiano; quiero bautizarme; que Jesús entre en mi vida; conocer a Jesús; bautizarme y hacer la comunión; quiero ser amigo de Jesús”. También los adolescentes respondieron desde el corazón y con más madurez: “quiero ser amiga de Jesús para siempre y que siempre esté conmigo”.

Otro momento especialmente emotivo sucedió cuando los niños pidieron a sus padres el consentimiento para iniciar el camino de preparación para recibir el Bautismo. Sus caras junto a la de sus progenitores reflejaban la alegría que todos sentían.

Las signaciones con la señal de la cruz, propias del rito, -como acción real y eficaz del Espíritu Santo en sus cuerpos y en sus vidas- las realizaron los padres a sus hijos, según las iba declamando el vicario; otro momento especialmente emotivo para los mayores que se convirtieron en los mediadores de la trasmisión de la gracia del Espíritu Santo a sus hijos en esos momentos.

Después del rito, la Iglesia universal abrió las puertas a los nuevos catecúmenos y con una breve procesión ocuparon los primeros bancos de la Basílica para escuchar la Palabra de Dios y la homilía. 

Al final de la celebración Jesús Úbeda regaló a cada uno de ellos su primer Evangelio y un libro de oraciones –en tamaño bolsillo-, que recibieron con mucha ilusión y que enseñaron rápidamente a sus padres.

Según manifestaron los pequeños, todos sintieron “la fuerza y belleza del Rito de Entrada en el Catecumenado” que es una de las joyas más queridas por la Iglesia desde el inicio y los primeros tiempos de su fundación y que tiene ritual propio conocido como el RICA, Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.