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Como “una aventura apasionante en la que cada día se encuentra con Cristo a través del sufrimiento y la debilidad”  define la Hermana Elisa Manzano su trabajo en la Pastoral de la Salud, en el que lleva 29 años y la asistencia que proporciona en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles.

Esta Hija de la Caridad se siente enviada por Dios, por la Iglesia y por sus hermanas de Congregación, cuando asiste a los enfermos, a sus familiares o a los profesionales del centro de salud.

Forma parte de un equipo capitaneado por el delegado de Pastoral de la Salud, el sacerdote Francisco Arias, que intenta hacer presente a Cristo cada día en medio del mundo de la enfermedad.

“Nuestra labor tiene como centro a Cristo y por eso proporcionamos servicio integral al enfermo, con su historia y situación familiar, con respeto a sus creencias, ofreciéndoles la oportunidad de vivir su propia fe, intentando humanizar la asistencia, conjugando la ciencia, la técnica y la profesionalidad con la acogida, la delicadeza y la amabilidad en el servicio” explica Elisa.

“Colaboro en la misión de la Iglesia siguiendo el estilo de Jesús de Nazaret, sirviendo al que sufre, como vamos a recordar este viernes en la Jornada Mundial del Enfermo” subraya.

Su tarea pastoral en los hospitales le lleva a compartir su fe y la oración con el enfermo y con su familia proporcionándoles el apoyo de los Sacramentos en colaboración con los capellanes del centro hospitalario.

“A mí me gusta ‘la pastoral del pasillo, de la sala de espera, o de la cafetería’ porque allí se realiza una importante labor de acompañamiento. Las familias salen a llorar y a compartir su dolor, un dolor que no han podido expresar delante del enfermo y es allí donde me gusta estar, acompañándoles si lo desean, dando consuelo, ofreciendo a Cristo” destaca la Hermana.

“En este acompañamiento me he dado cuenta de que el encuentro con la propia vulnerabilidad, con el propio sufrimiento es vivido por cada persona de manera diferente. A veces como un castigo, a veces como un regalo, o con resistencia…  Las personas que al principio dicen no creer en la Iglesia, a través del acompañamiento de esta pastoral se acercan a Dios” explica.

“He aprendido que para ayudar al enfermo y a su familia se necesita presencia cercana, cálida, que me vean, que me sientan, que puedan experimentar el amor que Dios les tiene”, concluye Elisa.