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La Basílica del Sagrado Corazón de Jesús acogió el pasado miércoles 8 de junio una multitudinaria  eucaristía de acción de gracias y clausura de curso de las comunidades del Camino Neocatecumenal  presentes en la Diócesis, presidida por el obispo D. Ginés García Beltrán.

El encuentro, de marcado carácter festivo, comenzó con la presentación de los miembros de las distintas parroquias diocesanas que se están formando en este itinerario de la Iglesia fundado en los años 60, en Madrid, por Francisco Argüello.

El obispo comenzó su homilía recordando algunos acontecimientos gozosos vividos por  los hermanos de las comunidades en el transcurso de este año, como la entrega de la Biblia, los segundos escrutinios o la renovación de las promesas bautismales  (…) y otros que aún le quedan por celebrar.

“El Señor sigue acompañando vuestro camino (…). Hemos pasado tiempos difíciles, en los que hemos podido comprobar nuestra fragilidad y pobreza pero al mismo tiempo hemos podido experimentar el gozo del amor de Dios. La presencia de Dios en medio del sufrimiento y la incomprensión, de la enfermedad y de la muerte que provocó que murieran tantos hermanos del Camino” subrayó el prelado.

“Esta eucaristía es de acción de gracias al Señor y  al mismo tiempo nos da la posibilidad de depositar en sus manos todo lo que hemos sido y hecho en este curso” señaló.

Al explicar las lecturas leídas, D. Ginés advirtió que el hombre se puede sentir cómodo con su vida e incluso con el pecado, llevando una vida de esclavo lejos de Dios sin darse cuenta “como el pueblo de Israel en Egipto”. 

Sin embargo, al igual que el pueblo de Israel se encontró con el Señor en medio del desierto, el cristiano “se puede encontrar con Dios en medio de los desiertos de la vida, de la soledad, de la amargura o de la incomprensión  (…)” añadiendo:  “os invitó a confiar en Dios, a cada uno, a cada familia, a cada comunidad y a cada parroquia”.

Nuestra misión, les dijo a los miembros del Camino “es transmitir a los demás que no existe más que un Dios” recordando la etapa del Camino en la que se predica casa por casa llevando la Palabra de Dios.

“Cuando llamáis a un timbre nunca sabéis quien va a abrir, pero pensad que detrás de cada una de esas puertas hay un hombre o una mujer capaz de Dios, aunque no lo sepa” insistió el obispo.

“La necesidad de dar gloria a Dios significa no quedarme yo con lo que he recibido, porque no es para mí. Esta es la paradoja del amor, que cuanto más se da, más crece”.

Recordando la Evangelii nuntiandi de Pablo VI, el obispo subrayó que  “la Evangelización es el mayor acto de amor a la humanidad” animando a los asistentes a no desfallecer ante la misión “a pesar del rechazo”.

“Somos mensajeros del mensaje del Evangelio a los demás” remarcó García Beltrán.

La celebración continuó con la liturgia tradicional acompañada en todo momento por los animados cantos de los salmistas del Camino.