06/08/2025. Roma ha vuelto a convertirse en el corazón palpitante de la Iglesia joven. Un millón de jóvenes de todo el mundo, se reunieron en la Ciudad Eterna para celebrar el Jubileo de los Jóvenes junto al Papa León XIV dentro del marco del Año Jubilar 2025.
Esta peregrinación, que ha llevado a los participantes a vivir momentos de oración, catequesis, reconciliación y fiesta, ha supuesto para muchos una renovación profunda de la fe y un redescubrimiento de la llamada personal de Dios.
Este ha sido el caso de Patricia Gonzalvo, una joven de 20 años de la parroquia Nuestra Señora de la Asunción de Valdemoro, que ha vivido su particular Jubileo junto a los miembros del Camino Neocatecumenal, itinerario de formación al que pertenece.
Para Patricia, este encuentro no ha sido un viaje más, sino una verdadera experiencia espiritual de renovación interior y de confirmación en su vocación personal.
“A mí este jubileo me ha venido a recordar que tengo que confiar en el Señor porque Él es el que lleva mi historia”, afirma.
Uno de los momentos que más la marcaron fue la vigilia con el Santo Padre, donde las palabras de León XIV calaron profundamente en su corazón: “Me gustó mucho una cosa que decía el Papa en la vigilia, que era que en la prueba el Señor te ayudaba a tomar las decisiones que te vienen mejor, y yo he visto que esto se ha cumplido en mi vida".
Más allá del fervor del encuentro, Patricia encontró también en Roma un espacio para mirar hacia dentro, revisar su corazón y su forma de relacionarse con los demás: “También me ayudaba en este jubileo a ponerme de cara a Dios para poder amar de verdad y tener relaciones de verdad, como de amistad...”.
En Roma, además, tuvo la oportunidad de participar en un encuentro con Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, donde se sintió confirmada en la vocación que Dios ha sembrado en ella: “Me confirmaba en el encuentro de Kiko que yo estoy llamada a la vocación de formar una familia”.
También en las catequesis, en la proclamación sencilla de la Palabra, Dios le habló al corazón a través de las palabras de un sacerdote regalándole una enseñanza que ha dejado huella en su manera de entender el amor de Dios: “En una de las palabras que se nos ha proclamado, en una de las catequesis, me ayudó mucho una cosa que decía un cura: que para ser feliz no hay que ser impecable, sino que Dios me quiere como soy, me quiere con mis pecados y con mis debilidades".
Este testimonio, aunque breve, refleja con hondura lo que miles de jóvenes han experimentado en Roma: el paso del Señor por sus vidas, su amor personal e incondicional, y una llamada a vivir con autenticidad, esperanza y alegría.
Patricia, como tantos otros jóvenes de la diócesis de Getafe, regresa de este Jubileo fortalecida en su fe y con el corazón dispuesto a seguir caminando, confiando en que Dios, como Buen Pastor, guía su historia.
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