08/08/2025. Jesús Fernández, joven de la parroquia La Inmaculada de Alcorcón, ha regresado del Jubileo de los Jóvenes en Roma con la certeza de que “Cristo mueve el mundo” y con el corazón “completamente renovado”.
Responsable de un grupo de 60 jóvenes, reconoce que el viaje junto al Papa León XIV ha sido “una bendición” y “un encuentro muy especial y muy transformador” que ha dejado huella en todos los participantes.
De las dudas iniciales a la entrega total
Cuando a principios de año comenzó a gestarse el viaje, Jesús atravesaba un momento espiritual complicado: “Me costaba mucho encontrar a Dios detrás de toda la entrega que realizaba en mi parroquia, en los movimientos, en la catequesis… Me ofuscaba en las pequeñas cosas y perdía el sentido de que el Señor estaba detrás de cada obra”.
En ese contexto, recibió de los sacerdotes la propuesta de organizar el grupo de su parroquia. “Sabía que iba a disfrutar, pero también que tendría que hacer un esfuerzo extra y una entrega extra. No era solo ir de peregrino, sino coordinar, planificar, recopilar inscripciones, preparar todo el viaje…”.
El itinerario comenzó con la parte propuesta por la Delegación de Juventud: talleres, actividades y convivencias que permitieron estrechar lazos con jóvenes de otras parroquias. “La delegación lo cuidó todo muchísimo. Fue una primera parte muy bonita y tranquila”, recuerda.
La intensidad llegó a partir del 1 de agosto con el encuentro de españoles y, sobre todo, la vigilia en Tor Vergata. “En términos de organización fue muy estresante y muy duro, sobre todo al coordinar a 62 chavales, muchos de ellos menores. Había que tener especial cuidado para que nadie se quedara descolgado”.
Un antes y un después
A pesar del cansancio, Jesús afirma que “no éramos los mismos en el autobús de vuelta que los que salimos de Getafe hacia Barcelona”. La transformación interior fue evidente: “He visto cómo Dios se ha valido de mi entrega para que el resto pudiera vivir el Jubileo de la mejor manera posible”.
Uno de los momentos más intensos fue escuchar al Papa León XIV en la vigilia: “Me llegaron mucho dos frases: que una amistad en Cristo es una amistad duradera y que no podemos conformarnos con menos que la santidad”.
Este joven de la diócesis, no duda al afirmar que el Jubileo ha sido “un paréntesis precioso en medio de la rutina” y que ha confirmado su convicción de que “merece la pena dar la vida” por Cristo. “Cristo mueve a muchísima gente, y el amor de Dios traspasa límites. Lo he visto en mi grupo, en la transformación de la parroquia y en el ambiente fraterno que hemos compartido con miles de jóvenes de todo el mundo”.
Jesús regresa con gratitud a los sacerdotes que confiaron en él y con la certeza de haber vivido un encuentro que marcará su vida: “Aún hay cosas que asimilar, pero lo vivido en Roma ha sido una bendición. Venimos con el corazón renovado”.
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