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El santo padre Francisco ha nombrado al sacerdote diocesano Alberto Royo Mejía, Promotor de la Fe del Dicasterio para las Causas de los Santos, el pasado sábado 7 de enero.

Royo estaba desempeñando en Roma la labor de Relator en este mismo Dicasterio, tras su nombramiento del pasado 20 de septiembre.

Su tarea como promotor ahora será velar por la correcta instrucción de cada causa de canonización que se encomiende y asegurar la veracidad de los testimonios.

El Dicasterio para las Causas de los Santos es el encargado de preparar la documentación necesaria para proponer nuevos ejemplos de santidad. Tras aprobar los resultados de las investigaciones sobre milagros, martirio y virtudes heroicas, el Papa procede a aprobar los decretos que permiten la beatificación o canonización de los Siervos de Dios.

Señala Alberto que al estudiar las causas de santidad, ve “los muchos sufrimientos que han tenido los santos, los defectos, las dificultades, y eso me anima y me ayuda muchísimo. Pienso: si ellos han podido llegar a ser santos, yo también puedo llegar”.

Royo explica que este nombramiento "ha sido una sorpresa muy grande. Estoy recién llegado, solo llevo dos meses aquí trabajando de relator y, de pronto, me nombran promotor de la fe"

"Desempeñaré esta nueva misión  con sentido de responsabilidad, porque es un puesto de mucha responsabilidad, pero a la vez con alegría, porque es algo que conozco" añade.

 

Alberto Royo ha sido hasta el curso 2021-22 párroco de la Asunción de Parla y arcipreste del lugar. Actualmente es profesor de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Salamanca. Es un experto en Historia de la Iglesia y autor de varios libros, entre ellos 'Historias de la Historia de la Iglesia', en el que ofrece, de una forma sencilla y amena, una introducción de la Historia de la Iglesia a través de los siglos, con breves e interesantes relatos sobre papas, herejías, santos, evangelización, persecuciones, etc.

También ha escrito un interesante librito titulado "Santos por las calles de Nueva York". En él, presenta a siete grandes católicos que nacieron o vivieron en Nueva York, algunos ya canonizados, otros todavía no.