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El obispo auxiliar, D. José María Avendaño, visitó el pasado domingo 12 de marzo el poblado del Río Guadarrama, un asentamiento situado entre Móstoles y Arroyomolinos, en el que conviven cristianos católicos, marroquíes musulmanes y gitanos protestantes denominados ‘Aleluyas’. 

Con globos y pancartas de bienvenida, Mons. Avendaño fue recibido con gran alegría por varias familias del poblado y por los catequistas y voluntarios de los Grupos de Oración del Corazón de Jesús y de la Verdadera Devoción del Corazón de Jesús, que celebran con ellas los domingos el Día del Señor. 

D. José María celebró la santa Misa en la capilla de la Virgen de la Paloma, junto a Fernando González, vicario de la Parroquia San Simón de Rojas, de Parque Coimbra, y gran apóstol del barrio al que pertenece esta pequeña capilla. 

El auxiliar ofreció sus primeras palabras de cariño para bendecir a los lugareños y agradecer su presencia evangelizadora en este poblado, por ser "los que han recibido a este humilde obispo que ha venido a servirles con toda la grandeza que Dios pide".

Mientras hablaba, D. José Maria era acompañado por la mirada curiosa y el murmullo exterior de los niños que le contemplaban absortos desde el umbral de la puerta, y a los que el prelado se refirió diciendo que eran “como angelitos que van y vienen, custodiando la capilla”. 

Tras el ‘Evangelio de la Samaritana’, el auxiliar invitó a todas las familias a "calmar la sed de Jesús, con una vida coherente, santa, mostrando la bondad de Dios y la belleza de vivirla",  a "adorar a Dios de corazón, en espíritu y en verdad", y a ser "los evangelizadores valientes de los habitantes del poblado", moviendo a los niños, a “evangelizar a otros niños". 

Terminó encomendado a todos bajo el cuidado de la Virgen de la Paloma, “para que nos ayude a calmar la sed de Jesús, a acoger el don de Dios y a anunciar que Jesucristo es el Mesías”.

Tuvo también palabras de agradecimiento para las Hermanas Hospitalarias de Ciempozuelos, que han donado una entrañable imagen del Corazón de Jesús, que se entronizó al terminar la celebración. 

Después de la santa Misa, continuó la celebración con un generoso ágape, al que fueron invitados medio centenar de los niños que participan los domingos en los talleres y juegos.